Un 27 de enero, de luz y sombras..
Paulino Ramírez Quintana
Periodista, Director del Portal Citerior
Un 27 de enero de 1756, nace en Salzburgo, Austria, un genio de la música, un regalo para la humanidad.
Un 27 de enero de 1945, el ejército ruso libera el campo de concentración nazi de Auschwitz, en Polonia, poniendo fin a uno de los acontecimientos más vergonzosos de los tiempos contemporáneos y que marca un hito en la dramática historia de las más cruentas violaciones a los derechos humanos universales. Una humillación para la humanidad.
El campo de concentración de Auschwitz está ubicado en el sur de Polonia, 50 kms. al oeste de Cracovia; una verdadera máquina de exterminio industrial, cuya dimensión hasta el día de hoy no se devela en toda su magnitud.
Sabido es que los escuadrones de las SS, al mando del temible general Heinrich Himmler, ocupan en 1940 el área ( aprox. 190 hectáreas de terreno) e instalan un aparato de represión, tortura y muerte inimaginable, como consecuencia de los acuerdos tomados en la Conferencia de Wannsee, en 1942, en la cual se decidió el plan básico de lo que se llamó posteriormente, la “solución final a la cuestión judía europea”.
Se habla comúnmente que el número de víctimas del holocausto alcanza a unos 6 millones de personas, aunque esas cifras se obtienen de registros (ingresos) documentados. Hoy se puede afirmar que una gran cantidad de prisioneros, a partir de 1944, no fueron registrados, sino que inmediatamente después de su llegada fueron enviados a la cámara de gas.
El tristemente célebre caso de Ana Frank, la chica holandesa que llegó a Auschwitz a fines de otoño de 1944 en el último transporte de judíos de toda Europa, representa un desgarrador testimonio de la crueldad nazi reflejada en sus diarios, que se conservaron para la posteridad por mera casualidad.
Lo que vieron los soldados rusos ese 27 de enero de 1945 fue dantesco. Siete mil sobrevivientes, convertidos en zombies humanos, 500 de ellos, niños. De esa desgracia quedaron muy pocos testimonios escritos; todo fue quemado y arrasado por los nazis antes de su huida.
Hoy, en dicho lugar se erige un Museo y desde 2005 se celebra allí el Día Internacional de Conmemoración del Holocausto.
Sin embargo, sobre todo lo humano se despliega un mosaico virtual de puntos blancos y negros; y en ese mismo día, en 1756, llegaba a este mundo el músico más polifacético, carismático y prolífico de la historia de la música, quién ya a los 5 años de edad componía obras musicales e interpretaba magistralmente los instrumentos de tecla y cuerdas.
El recuerdo de Mozart ha servido también para reconciliar a la humanidad con esta fecha. Porque, a pesar de Auschwitz, el bálsamo de la música puede ayudar al género humano a cicatrizar las profundas heridas dejadas por ese flagelo y enseñarnos a convivir fraternalmente. Como en el mosaico.