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Cultura

Publicado por Citerior Noviembre 3, 2020

La importancia de la mitología, hoy

Mauricio Carrasco Cartes

Los seres humanos necesitamos mitos.

Necesitamos de estos relatos simbólicos y arquetípicos que nos entregan modelos que nos puedan guiar en nuestras vidas.

Gracias al racionalismo exacerbado nos encontramos huérfanos de estos modelos que nos brindan seguridad y propósito a nivel psicológico.

A nivel masculino, el hombre de la antigüedad contaba con modelos que representaban su realidad psicológica y le brindaban un camino a seguir. Se debía llegar a parecer al modelo, el que contaba con las mayores virtudes, fortaleza, sabiduría.

El joven, por ejemplo, anhelaba llegar a ser un héroe, como Perseo o Heracles. Héroes, que tal como veremos, se encontraban como intermediarios entre los Dioses y los hombres.

Eran modelos de conducta, en la que su principal misión era la de servir a la humanidad, enfrentándose a los mayores peligros. Se esforzaban por desarrollar sus cualidades, como la valentía; la fuerza (física y psicológica); astucia; fortaleza; humildad; rectitud. Recorrían el camino del héroe, el que guiaba sus vidas.

En una edad madura, el hombre podía identificarse con el arquetipo o modelo del Rey. Del gobernante, como Arturo, quién sabiamente conducía los destinos de Camelot, brindando paz y armonía a sus habitantes. El mito artúrico refleja los Códigos de Caballería, reglas de conducta que debía seguir el guerrero, en donde debía ceñirse estrictamente a normas morales como la valentía, la honradez, y el consagrar su espada a Dios y a la protección de los seres humanos que se encontraban bajo su liderazgo.

Finalmente, en una edad más avanzada, podía identificarse con el arquetipo del Sabio o Mago, como Merlín. Un sabio Maestro quien, a través de la prudencia adquirida en su vida, podía aconsejar acertadamente a los hombres. Lograba reconocer los vientos de cambio en la naturaleza y aconsejar el mejor camino.

El mito cumple así una función pedagógica importantísima, la que es consciente o inconscientemente anhelada por el hombre moderno. Tal como lo señala el psicoanalista, doctor en Sociología, Frédéric Vincent:

“Hoy en día podríamos decir que en el cine, en los videojuegos, etc., ese «hombre religioso» no está muerto en detrimento de un hombre racional, de un hombre económico. Muy al contrario; adquiere más importancia ante los ojos de los jóvenes y ante las miradas de millones de lectores de novelas iniciáticas.

Las cifras de venta no nos engañan; por ejemplo con los libros de Harry Potter, del Señor de los Anillos, etc., tanto en el cine como en la literatura.

La gente tiene cada vez más sed de narraciones imaginarias que están calcadas y basadas en los ritos iniciáticos, con los héroes que deben enfrentarse a todo tipo de pruebas y aceptar morir para renacer a otra existencia.

Comprobamos que el mismo esquema se repite, y hoy en día el hombre moderno o postmoderno se encuentra fascinado más que nunca por esta figura del héroe iniciático (o iniciado).

En una época tremendamente materialista y racional, nos podría parecer anacrónico que series como “Juego de Tronos”, o la franquicia “Avengers”, sean un fenómeno a nivel mundial.

Sin embargo, estas historias nos conectan con antiguos mitos, que nos hablan de magia, de héroes, quienes se sacrifican por el bien común, emulando los antiguos héroes griegos o romanos.

De la misma forma, la franquicia “Star Wars” nos habla sobre el camino iniciático que recorre un héroe, “Luke Skywalker”, lo que no es de extrañar, en cuanto su creador, George Lucas, basó su obra precisamente en la mitología clásica.

En efecto, George Lucas fue un gran admirador y amigo del afamado mitólogo Joseph Campbell, y en sus películas frecuentemente incluía sus ideas.

En una de las entrevistas, Campbell describe a Bill Moyers el significado mítico de la obra de George Lucas:

Es lo que Goethe dijo en el Fausto, pero que Lucas ha sabido expresar en un lenguaje moderno: el mensaje de que la tecnología no nos salvará. Nuestros ordenadores, nuestras herramientas, nuestras máquinas no son suficientes. Tenemos que apoyarnos en nuestra intuición, en nuestro verdadero ser». «¿Y eso no es una ofensa a la razón?», preguntó el periodista, «¿no le parece que nos retiramos a una gran velocidad de la razón?». «No, no se trata de eso. En el viaje del héroe no se trata de negar la razón. Al contrario, superando las pasiones oscuras, el héroe simboliza nuestra capacidad de controlar al salvaje irracional que llevamos dentro. Luke Skywalker nunca fue más racional como en el momento en que encontró dentro de sí mismo las habilidades de carácter necesarias para enfrentar su destino».”

Luke Skywalker recorre el camino del héroe, el que se inicia accidentalmente  a través de la muerte de su familia; encuentra a su Maestro (Obi Wan Kenobi), se le entrega un arma mágica (el lightsaber), debe recorrer los submundos y enfrentarse a sí mismo; luego debe derrotar al villano (Darth Vader), quién resulta ser su propio padre, a quién debe finalmente redimir, salvando a través de su sacrificio a toda la Galaxia.

Lo que toca nuestras fibras más íntimas no son las naves espaciales o luchas con espadas láser, ya que, si solo fuera esto, existen muchísimas películas sobre el tema. Lo que realmente nos atrae son los símbolos arcanos que podemos reconocer en la narración de la historia, identificándonos con el héroe, y recorriendo simbólicamente su camino.

Los mitos son parte de la humanidad, la enseñan y guían en sus procesos vitales, y su conocimiento implica el reconocer los arquetipos fundamentales que existen en nuestra existencia.

Hoy, hemos reemplazado a Heracles y Teseo por Superman o por Iron Man; sin embargo, la idea que subyace es la misma: el ser que dotado de poderes sobrenaturales o, simplemente gracias a sus habilidades, es capaz de enfrentarse a grandes peligros y amenazas, siempre en búsqueda de sacrificarse por la humanidad.