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Actualidad

Publicado por Citerior Junio 7, 2020

LA DISCRIMINACIÓN : “Así como es el pájaro, es el nido”

LA DISCRIMINACIÓN : “Así como es el pájaro, es el nido”

                                                               David Astorga Silva

Cuando hablamos de discriminación, hay quienes piensan en su contraparte la igualdad, que es un valor fundamental en las sociedades modernas. En su nombre se han gestado una serie de movimientos sociales, que tienen como propósito  conseguir libertad e igualdad para todas las personas. La discriminación, sin embargo, es algo que por siglos ha estado presente en el acontecer de los países y las personas, no existiendo a la fecha alguna regla mágica que logre dar solución a este problema, que ha causado grandes debates en el terreno político, social y especialmente en el nivel teórico.

En estas líneas enfocaremos nuestra atención en el concepto de  Discriminación,  que tiene estrecha relación con nuestro proceder moral; ésta la entendemos como un acto de separar, excluir, restringir, diferenciar una cosa de otra, que impida el  ejercicio de los derechos e igualdad cierta de oportunidades a las personas, que  generalmente no forma parte de nuestras preocupaciones diarias personales  y que generalizamos, diciendo frases como: “vivimos en una sociedad muy discriminadora” como si ésta fuese de fácil medición y más aún, no podemos cuantificarla a nivel individual, de sociedad o nación.

 En concordancia con sus definiciones semánticas, muchos le damos por lo general, una connotación negativa, ¿pero? ¿Qué pasa con un daltónico? ¿Qué pasa con un gerente cuándo tiene que decidir un ascenso? ¿Cuándo se ordenan, clasifican libros u otras cosas? ¿Cuándo se bonifica a quien contrata una persona con discapacidad? ¿Las becas a ciertos grupos sociales? ¿Qué explicación tenemos del porque discriminamos? ¿Soy justo en mis decisiones?;

Como vemos en estos ejemplos, también puede verse positivamente. El participar en una sociedad regula o norma mi comportamiento y el acercamiento o distanciamiento a ellas, haciendo que mis prácticas sean de índole excluyentes o inclusivas.

¿Pero tendremos conciencia de los valores que imperan en la sociedad? ¿Respetamos las reglas éticas que nos entregan los valores y las leyes? ¿Estaré respetando esos valores? ¿Estaré cooperando con mi conducta a no aumentar la crisis de la pandemia? El respetar al otro y ponerse en lugar de él, es una manera de buscar esa sociedad ideal que algunos anhelamos, porque teniendo presente que la trascendencia del ego permite ver que aquello que es bueno para mí, también lo es para los otros.

Pero, no vamos hacer el análisis de cada instancia que se haya establecido a nivel de Estado, organismos nacionales e internacionales, instituciones como la de los derechos humanos, etc., para eliminar o disminuir la discriminación,  sino que, reflexionaremos acerca de nuestro actuar personal y si éste está o no, en concordancia con las enseñanzas que deberíamos haber internalizado  y que tiene como objetivo el perfeccionamiento del hombre y la humanidad.

En primer lugar, debe existir una transformación en la conciencia personal, para que  producto de ello haya un cambio en la sociedad, que está viviendo estos momentos cruciales, que podemos ver en las informaciones y los sucesos de la cotidianeidad que vivimos; estos hechos o momentos que nos han permitido centrar hoy nuestra atención en las personas, tanto de manera individual, como familiar, mucho más que en el desenfrenado mundo individualista y consumista que vivimos.

En el paso a la columna de la Sabiduría de este camino iniciático, donde estudiamos las causas y consecuencias de las cosas, principios y motivos de éstas, que en su mayoría tienen su origen en características metafísicas, nos posibilita u orienta a que estos conocimientos los podamos incorporar en nuestro interior, haciéndolos propios, para así poder vivirlos en este extenso, pero gratificante camino ético y moral, de restricción y control de aquellas inclinaciones que tenemos las personas al egoísmo.

Pero debemos luchar por vencer ese deseo de índole negativa, para estar siempre dispuesto a dar y recibir al mismo tiempo, debido a que el crecimiento espiritual está en el saber compartir.

Así como el egoísmo, el mal y el error son la causa de los males del mundo y generan desarmonía en él, debemos trabajar arduamente para tratar de conseguir su armonía, la que producirá un equilibrio físico, mental y espiritual en la salud personal de quienes nos rodean y de la humanidad.

La meta o propósito de alcanzar una conciencia elevada, donde la consciencia humana se pueda conectar con la conciencia universal,  debe ser nuestro trabajo permanente, pero a modo de ejercicio, respondamos internamente, algunas interrogantes que nos ayudarán a meditar si estamos en el camino correcto.

¿Se estará dando importancia a lo ético y moral, en este caminar  para no ser uno más de los que discriminan? ¿Estaré actuando equitativamente? ¿Tengo apego a lo material? ¿Le doy importancia a mi imagen social? ¿Habré eliminado la envidia en mí? ¿Mis decisiones no son influenciables?  ¿Soy tolerante? ¿Mi fraternidad es con todos, o sólo con algunos? ¿Soy dogmático? ¿Cómo está mi nivel de empatía? Existen muchas otras interrogantes que nos harán ver o pensar si en nuestro proceder diario, está presente o no, la discriminación.

Se han creado instituciones a nivel nacional e internacional para combatir de manera específica la discriminación, además de diversos instrumentos que sería muy lato detallar de forma específica; pero quién es llamado a combatirla en primer lugar es el Estado, y éste debe cautelar que no se realicen actos enfocados en esa dirección. No es la sociedad quien debe cambiar a la persona, sino que, es la persona quien debe producir los cambios de la sociedad.

Como hemos visto, es un tema de vital importancia para todos nosotros por esta dualidad que nos permite transitar tanto, en el papel de discriminador, como discriminado, porque estamos expuestos con nuestras acciones a dañar a otros, como el ser dañados.

Creo que debemos tener como impronta diaria el respeto.

Respeto que se fundamenta en tres grandes pilares que son el yo, donde encontramos: el yo quiero, yo pienso, yo  siento, yo creo; el segundo pilar es el otro, que debe ser considerado como legítimo otro, porque también cree, piensa, siente y quiere; y el tercer pilar serían las decisiones, porque cuando tomamos una decisión, de alguna manera siempre afectará a otros; por eso, debemos tratar siempre de actuar con equidad, accionar que  lo trataremos de describir con tres pensamientos muy antiguos, que dan cuenta también de que este tema es  de siempre:

“Ama a tu prójimo, como a ti mismo”; “No le hagas a los demás, lo que no quieres que te hagan a ti”; “Da a los demás, lo que te gustaría que te den a ti” y en ellos están insertos pautas para el comportamiento individual y colectivo; o sea, la Unidad.