Justicia y Felicidad
A propósito de una entrevista reciente publicada por el diario El País a la filósofa valenciana Adela Cortina sobre este tema, abrimos en estas líneas una reflexión sobre los comportamientos de las personas en la sociedad moderna, en los cambios en la manera de enfocar los desafíos que se manifiestan en las relaciones interpersonales, familiares, laborales, etc., que algunos cientistas sociales y psicólogos le atribuyen al fenómeno pandémico que nos arreció últimamente.
Y es que al parecer se observa un grado de crispación, de desencanto, de descontento en las personas respecto de su entorno social y que incentiva la crítica a las instituciones públicas, pero también a las autoridades y al sistema organizacional en el cual nos desarrollamos.
Es una especie de “agujero negro” de disconformidad con todo lo que se experimenta, una queja al tipo de vida que llevamos y que nos hace infelices.
¿Es tan así? ¿Antes fuimos más felices que ahora?
Desde la especulación filosófica nos llega el contrapunto: el estado de mayor justicia, en todos los ámbitos, no desemboca necesariamente en que las personas se vuelvan más dichosas.
Se enumera que hoy se ha abolido la esclavitud; los derechos de las mujeres se han reconocido mayormente; mueren muchos menos niños de hambre que antes; la escolaridad en la población también ha aumentado notoriamente; el acceso a la información se ha expandido insospechadamente a través de los dispositivos tecnológicos. Eso es evidente.
Pero, el ruido y el torbellino de nuestra civilización no nos ha traído paz y armonía, que son los ingredientes básicos de un estado de felicidad.
Quizá hemos devenido en relaciones un poco más justas que antes, pero ese estado no nos ha traído mayor felicidad.
La ética tiene dos referentes, nos dice Adela Cortina: la felicidad y la justicia,” que son los dos puntos fundamentales de los que se pueden extraer todos los valores y todas las aspiraciones de la humanidad. Pero, así como la justicia puede hacerse, es alcanzable…, la felicidad no. A lo largo de la historia hemos ido creando con mayor o menor éxito y mayor o menor suerte sociedades cada vez más justas, hasta llegar al Estado social y democrático de derecho que tenemos hoy.( en Europa) Y es la base de las comunidades políticas: si una estructura no es justa, hay que cambiarla. De hecho, pienso que la historia de la humanidad se podría contar como la historia del progreso en la justicia.”
Está bien. La pregunta, sin embargo, fluye rápida: Se puede avanzar en justicia, se pueden reformar leyes y hacer que las cosas funcionen mejor. ¿Nos hace eso más felices?
Para los miles de chilenos y latinoamericanos que en tiempos violentos perdieron a sus seres queridos en manos de la represión estatal, la reparación conseguida para algunos de ellos,- en la medida de lo posible,- ¿los ha hecho felices?
Tema que resolverán las nuevas generaciones.