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Ciencia

Publicado por Citerior Septiembre 30, 2022

Homo sapiens..entre la Ciencia y la Espiritualidad

¿La Tierra es redonda…o plana, nuevamente?

Edgardo Hidalgo Callejas, Editor.

La ciencia no tiene ninguna duda sobre esto.

Se ha preguntado usted por qué la civilización occidental que ya sabía que la Tierra era redonda hace miles de años, pasó a aceptar por otros cientos de años que era plana, hasta que Copérnico, y otros después, impusieron su teoría heliocéntrica y por lo tanto es redonda y gira alrededor del Sol que, obviamente, también es redondo.

¡El hombre olvida!

Hace 2.200 años, en el antiguo Egipto, había un hombre llamado Eratóstenes, griego, astrónomo, historiador, geógrafo, filósofo, etc. y director de la gran biblioteca de Alejandría.

Un día 21 de junio vio que el sol no proyectaba sombras al medio día en la ciudad de Siena (actual Asuán, una ciudad al interior del desierto y rio arriba del Nilo). El sol caía encima de un palo puesto verticalmente al piso.

Eratóstenes se preguntó si en Alejandría- 800 kilómetros al norte- ocurría lo mismo. Hizo la comparación y en Alejandría efectivamente proyectaba una sombra de 8 grados. Si la tierra fuera plana no podría ocurrir; pero si era redonda proyectaría un ángulo según su curvatura, por tanto, los 360 grados correspondía a 40.000 kilómetros y así dedujo la redondez de la tierra.

¡Pero el hombre olvida ¡

La civilización no es una línea continua ascendente. En diferentes épocas de la historia tiene descensos, y hasta en algunos momentos desaparece para empezar todo de nuevo. Guerras que exterminan pueblos y toda su historia. Tenemos el ejemplo en la conquista de América con la destrucción de la biblioteca de los aztecas y la cultura de los incas; todos son grandes ejemplos de los muchos que consigna la historia.

Otras culturas desaparecen por razones misteriosas, tal vez cataclismos de la naturaleza como se cree de la Atlántida, o quizás lo que ocurrió con la cultura Maya y su gran conocimiento del Universo, los cuales posiblemente también conocían que la Tierra era redonda y giraba en torno al Sol, y que a su vez pertenecíamos a una Galaxia que ahora la llamamos Vía Láctea.

Las religiones también en sus conquistas enseñaban su verdad, con dogmas que no permitían la libre discusión; el sometimiento finalmente hacía que el pueblo conquistado –“civilizado” decían ellos- incluía el olvido de sus tradiciones y conocimientos ancestrales, entre ellos la redondez de la Tierra.

Es el propio hombre quien hace retroceder el conocimiento científico por razones de soberbia, de poder, de mente insana de sus gobernantes. Tiene el ser humano el poder de construir y de destruir sus propios logros, según convenga al instante histórico que vive.

Así ocurrió con la redondez de la Tierra y muchos otros conocimientos científicos, que si hubiera habido mayor respeto por ellos no se habrían perdido y quien sabe cuánto más lejos estaríamos hoy.

No sólo la verdad científica es fuente de sabiduría, sino que también la verdad en todos los ámbitos de las relaciones humanas; la verdad entre padres e hijos, entre esposo y esposa, entre las comunidades, etc.

La verdad nos hace libres, nos abre los caminos del progreso, de las buenas relaciones. La mentira divide, niebla la luz del conocimiento, nos lleva al error en las relaciones humanas, hace fuerte al que sustenta el poder y débil al ignorante y así debe haber ocurrido en la historia para “borrar la verdad” e imponer la fuerza de la mentira “vestida de verdad”, para conquistar y gobernar según sus propios intereses.

La mayor debilidad de este ser es su incapacidad de crecer espiritualmente y la ciencia no le ayuda. ¿O no ha hecho el suficiente esfuerzo?

La espiritualidad no sigue el mismo camino del conocimiento científico, no tiene lógica, no se razona, se madura asumiendo valores de empatía, de amor, de integración social, así se es tolerante, prudente, amistoso, solidario, y para lograrlo significa tener que vencer el egoísmo, la soberbia, la ambición, la envidia. Comienza por la paz interior, la introspección de la propia conducta, identificando y corrigiendo los errores que limitan nuestra libertad interior.

Carl Sagan, el famoso científico, opinaba que “la ciencia no solo es compatible con la espiritualidad, sino puede ser una profunda fuente de espiritualidad”, pero esto puede ser cierto si alguien quiere hacer el intento de correlacionarlas.

No es cierto que la ciencia está en el extremo opuesto de la espiritualidad.

Así -por ejemplo- la ciencia puede abrir la interrogante del creador del Universo, el origen y presencia del que hizo el primer movimiento que desencadenó el Big Ban; Dios puede dejar su ropaje humano y rasgos antropomorfos, como lo presentan algunas religiones y presentarse como una energía cósmica, sin forma, pero dotada del poder de hacer y deshacer la materia.

Desde otro ángulo, la ciencia dura no nos ayuda entre el bien y el mal, porque en esencia es amoral y lógica, necesita de la evidencia y el raciocinio para validar el conocimiento investigado.

En relación con la moral no pretende saber si lo investigado es bueno o malo, busca la verdad; serán otros hombres quienes la usarán para bien o para mal, y entre estas opciones también está ¡olvidarla!, si no interesa a los que ostentan el poder, porque no favorece a sus fines personales, ya sean estos económicos, políticos, de poder, religiosos, raciales, etc.

El propio Carl Sagan fue pesimista del futuro de su país porque “será una economía de servicio e información”. A los poderes concentrados del mundo actual, de igual manera que a los poderes de muchos periodos de la historia conocida, no les interesa que la gente tenga cultura; así pierde -o no desarrolla- el sentido crítico y se hace más manejable.

La ciencia crea conocimientos -o los descubre según sea el caso- que permite el avance en instrumentos tecnológicos; pero estos quedan en manos de poderes económicos para poder fabricarlos, que a su vez devienen en poderes políticos muchas veces supra nacionales.

Estos son en nuestro siglo XXI “los otros hombres que los usaran para bien o para mal”, como lo señalé en párrafo anterior. Los científicos que estuvieron en  El Álamo (U.S.A) entre 1941 y 1945 en el secreto proyecto “Manhattan” instrumentalizaron en un arma militar-la bomba atómica- el conocimiento sobre la fisión nuclear.

La ciencia no puede quedar a merced de la política. No se puede decidir cual es la verdad científica por votación “porque todos tienen igual derecho de opinar”.

Tampoco la ciencia está contra las religiones, cada uno -si lo desea en su fuero interno- puede darle una interpretación espiritual a los avances de la ciencia en el ámbito que toque sus creencias religiosas; pero esta interpretación es personal y no necesariamente transferible a los otros.

Cuánto más lejos ya estaríamos si todo el conocimiento de oriente, occidente y de todas las civilizaciones que han existido en el planeta Tierra se hubieran sumado y compartido generosamente, sin pensar si es tuyo o mío, sino nuestro.

Tal vez por ello hay quienes dicen que este llamado homo sapiens-sapiens trae el germen de su existencia y su destrucción. Esperemos que en los próximos años y siglos el hombre pueda superarse espiritualmente, que es la parte de su conciencia no desarrollada lo suficiente aún.

Homo sapiens, ¡despierta ya ¡