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Editorial

Publicado por Citerior Noviembre 24, 2020

Habrá que escuchar a los chamanes de la Amazonia

Paulino Ramírez Quintana, Director Editor

Las enciclopedias nos ilustran que la selva amazónica es el bosque tropical más extenso del planeta (alrededor de siete millones de kilómetros cuadrados), repartidos entre 9 países, de los cuales Brasil y Perú ocupan la mayor extensión. Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guayana francesa y Surinam también colindan con este verdadero continente verde de bosques tropicales, la reserva medioambiental más significativa de nuestro ecosistema planetario actual.(se le suele denominar como el Pulmón del planeta)

Es una zona habitada principalmente por comunidades indígenas. Se calcula que aproximadamente un tercio de la selva tropical propiamente tal pertenece a territorios indígenas reconocidos internacionalmente y más del 40% de superficie selvática no es territorio indígena ni corresponde a áreas protegidas.

La región aparece en titulares periodísticos de vez en cuando asociada a la crisis medioambiental producida por la deforestación indiscriminada y últimamente por los numerosos incendios, que se le atribuyen en algunos informes al propio gobierno de Bolsonaro, en Brasil.

La pandemia global del Covid 19 ha actualizado un tema sanitario de la mayor relevancia y que se relaciona directamente con esta zona, dado que allí se encuentra la mayor densidad ( biodiversidad) de especies animal y vegetal del planeta.

La búsqueda desenfrenada, por ejemplo, de sustancias químicas o componentes sintetizados que ocupa a varios renombrados laboratorios con la finalidad de crear una vacuna contra el virus, ha motivado el interés de círculos científicos interesados en descubrir medicinas naturales que podrían ser útiles en esta emergencia sanitaria y las futuras que se prevén en el mediano plazo.

Queda claro el éxito alcanzado por la medicina occidental en lograr sistemas de curación y prevención de enfermedades en el último siglo, de la mano de adelantos tecnológicos y proliferación de sustancias sintéticas. Pero también es evidente que la naturaleza ha estado sintetizando maravillosos químicos medicinales por más de tres mil millones de años, muchos de los cuales la ciencia moderna ni siquiera pudo imaginar.

Y aquí el enfoque se centra en la Amazonia. Es una región tan gigantesca e impenetrable que gran parte de su territorio continúa sin descubrir. La abundancia de su flora y fauna le han proporcionado a la industria farmaceútica moderna numerosos medicamentos de efectos tan diversos, como relajantes musculares, analgésicos de todo tipo, sustancias anticonceptivas, hasta fármacos con propiedades alucinógenas que expanden la mente.

Y resulta sorprendente. Se trata de pueblos indígenas, con cero formación científica, quienes han desarrollado antídotos y   secretas, inexistentes para la medicina clásica, apoyados en su experiencia ancestral en el uso de vegetales y animales, creando una cultura de sanación absolutamente natural.

El antropólogo Claude Levy-Strauss dio cuenta de aquello en sus notables investigaciones llevadas a cabo en culturas indígenas del Brasil.

El mundo civilizado moderno contempla impávido el exterminio progresivo de estas sociedades indígenas del Amazonas, que han atesorado desde tiempos inmemoriales un potencial medicinal que podría utilizarse para aliviar las enfermedades que agobian a la sociedad moderna, particularmente aquellas de origen viral.

Quizá ha llegado la hora de escuchar a los chamanes de la selva con su metodología de sanación natural.