Derechos Humanos en Asamblea de la O.N.U.
“La situación en la que se encuentra el mundo es insostenible”
(António Guterres. Secretario General de las Naciones Unidas, al inaugurar 79° asamblea el 24, Sept. 2024, en Nueva York, USA.)
Marco Vidal Subiabre, analista internacional
Las declaraciones entregadas por el político, ingeniero físico y profesor portugués, Sr. Antonio Guterrez, actual Secretario General de las Naciones Unidas, desde enero de 2017, marcan – en esta frase – la difícil y caótica situación actual de las “relaciones humanas”, en el plano internacional en que se encuentra nuestra sociedad, en pleno siglo XXI.
Desde una perspectiva muy personal, dada estas potentes afirmaciones de lo que podemos considerar la autoridad máxima, responsable del control y resguardo de los Derechos Humanos y de la convivencia mundial, aumenta nuestra preocupación sobre el futuro de la sociedad, soñada y pensada
para una paz duradera, por los autores y gestores de la Declaración de los Derechos Humanos de diciembre de 1945, de esta misma organización.
Nuestros medios de comunicación diariamente nos mantienen informados y preocupados – por decir lo menos – de los innumerables conflictos sociales, políticos y, por extensión, bélicos en diferentes lugares del planeta, con la total vulneración de los Derechos Humanos básicos de las personas, especialmente las más vulnerables, tales como:
A. Invasión de Rusia a Ucrania, iniciada el 24 de febrero de 2022. Rusia decidió lanzar sus tropas desde diversos puntos de la frontera, bombardeando ciudades, aeropuertos y vías de comunicación, buscando de la manera más cruel (Un conflicto bélico) recuperar territorios que de acuerdo a sus argumentos “históricamente le han correspondido”; sin considerar que Ucrania desde el año 1991 – con la declaración de neutralidad de Rusia en aquellos tiempos – adoptando, posteriormente, su propia constitución en el año 1996 como república independiente. Esta lamentable y sangrienta invasión provoco la condena internacional de muchas instituciones: La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la “Resolución ES-11/1 (23.02.2023) condenando la invasión y exigiendo la retirada total de Rusia. Por otra parte, la Corte Internacional de Justicia ordenó a Rusia suspender las operaciones militares y el Consejo de Europa expulsó al país. También es importante recordar la reacción de numerosos gobiernos, principalmente europeos y norteamericanos, los que impusieron sanciones a Rusia y su aliado Bielorrusia, y proporcionaron ayuda humanitaria, económica y militar a Ucrania. Más de mil empresas abandonaron Rusia y Bielorrusia en respuesta a la invasión.
Finalmente, debe citarse que la Corte Penal Internacional (CPI) abrió una investigación sobre posibles crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra, secuestro de niños y genocidio, emitiendo una orden de arresto contra la máxima autoridad del gobierno de Rusia, en marzo de 2023. Lamentablemente, todas las sanciones y condenas institucionales – citadas – no han tenido ningún efecto real como para detener esta verdadera masacre, que por más de dos años y medio arroja cientos de víctimas fatales, miles de ucranianos que han tenido que abandonar sus hogares, refugiándose en otros países muchos de ellos, o deambulando por el mundo sin rumbo, ni futuro para sus respectivos grupos familiares.
B. Israel por su parte, ha sido un histórico punto de conflictos bélicos, desde mayo de 1948, marcado por innumerables condiciones de inestabilidad política, antecedentes históricos y fundamentalmente religiosos con sus países vecinos, que han tenido por largas décadas víctimas fatales en Medio Oriente que comparten fundamentalmente con naciones de origen árabe. Como es de conocimiento general, desde su fundación ha contado – históricamente – con el apoyo de los Estados Unidos en la mayoría de sus incursiones y actividades bélicas; lo cual ha despertado reacciones y oposiciones para ambas naciones de parte de países que no comparten sus políticas, situación que se ha mantenido por más de 75 años en discusiones, votaciones, declaraciones y condenas internacionales de las más variadas instituciones, sin alcanzar resultados reales. En la actualidad, vale recordar que, desde el 7 de octubre de 2023, fecha de celebración de la fiesta israelí de “Simjat Torá”, (y los judíos que viven en el extranjero celebraban el último día de la fiesta de Sucot), grupos armados militantes palestinos lanzaron un ataque contra territorios de Israel, desde la Franja de Gaza. Este conflicto se mantiene hasta nuestros días, sin visos de una pronta solución. En el presente año, Israel ha estado en las páginas y portales informativos de todo el mundo, por conflictos con Hezbolá (partido político y grupo paramilitar Chií) del Líbano, en la actualidad. Estas acciones de guerra, como tantas otras emprendidas, o con participación del gobierno de Israel, han generado innumerables víctimas, destrucciones y transgresión de los derechos humanos e inocentes, que en la mayoría de los casos no participan de ninguna de estas posiciones políticas o religiosas, que provocan estos desastres humanos a vista y paciencia – como se acostumbra a citar – de toda la comunidad internacional.
Al igual que la situación anterior expuesta, los llamados a la paz y cese de acciones de los más connotados organismos internacionales no han tenido ningún eco para detener estas lamentables acciones.
C. Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Lamentablemente, en nuestro continente aparecen con las mayores trasgresiones “históricas” a los Derechos Humanos de sus ciudadanos y, por extensión, por las consecuencias que ello ha causado a las naciones vecinas del continente. En el primer caso, Cuba, definido por las ONU como régimen “unipartidista” (dictatorial) desde enero de 1959, vive sometida a una verdadera dinastía familiar, que la gobernó entre los años 1959 y 2018, postergando hasta la fecha la oportunidad y el derecho a una libre elección de sus autoridades por parte de sus ciudadanos. La cantidad de cubanos que han abandonado su territorio, buscando nuevos proyectos de vida es incontable, como le consta a la comunidad internacional.
D. Nicaragua, por otra parte, ha estado en una situación similar desde el año 1984, con la asunción al poder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), donde sistemáticamente se han ido reduciendo los Derechos y Libertades Básicas de la población, que no ha tenido la oportunidad de ejercer su voluntad para elegir a sus propias autoridades por un periodo que se ha extendido por 40 años.
E. Venezuela, finalmente, una de las naciones más desarrolladas cultural y económicamente de nuestro continente, desde el año 1998, en adelante, con la llegada de la denominada Revolución Bolivariana, comenzó un difícil periodo que ha ido deteriorando los derechos de las personas, con serias y lamentables consecuencias en la calidad de vida de su población. La comunidad internacional, y los países del Cono Sur de América principalmente, han sido testigo del abandono de millones de venezolanos de sus territorios en busca de mejores condiciones de vida. Ante cada uno de los atropellos cometidos por sus autoridades venezolanas, los organismos de Derechos Humanos y defensores de los procesos democráticos que han presentado protestas y declaraciones condenando estos hechos – sobre una nueva “DIASOPORA” en pleno siglo XXI – no han tenido respuestas, ni mucho menos soluciones, a sus demandas.
Actualmente, existen otros lugares del planeta donde, desgraciadamente, podemos encontrar situaciones similares de abusos de poder, falta de respeto por los derechos de las personas, como también conflictos bélicos sin resolver; que se pueden analizar en otra columna.
Asamblea de las Naciones Unidas (79º).
Durante su discurso inaugural, el Secretario General de la Naciones Unidas complementó su intervención “criticando las guerras que se están desarrollando en el mundo, como la de Ucrania y la de Gaza. Asimismo, se refirió a la crisis climática y a la impunidad en cuanto a la violación de los
derechos humanos, También cuestionó la desigualdad social, la discriminación y los abusos de género en el mundo”
Seguidamente, dio las gracias al organismo global de 193 miembros por aprobar el pacto y abrir la puerta a que los países unan fuerzas para enfrentar desafíos, como el cambio climático y la inteligencia artificial, conflictos en alza y la creciente desigualdad y pobreza, y así mejorar las vidas de los más de 8.000 millones de personas del planeta. Textualmente, indicó: “estamos aquí para recuperar al multilateralismo del borde del precipicio. Ahora nuestro destino común es avanzar en ello. Eso requiere no sólo acuerdo, sino acción”.
Subrayó que la creciente impunidad de algunos gobiernos y la falta de consecuencias ante violaciones de la Carta de las Naciones Unidas representan una amenaza significativa para la estabilidad global,“ invadir otro país, devastar sociedades enteras o ignorar olímpicamente el bienestar de su propia población”. “Estamos en un purgatorio de polarización”, afirmó Guterres, refiriéndose a los conflictos y la falta de respeto por el derecho internacional.
“Hoy en día, un número cada vez mayor de gobiernos y otros se sienten con derecho a una carta que les permita salir de la cárcel, gratis”, dijo en referencia al clásico juego de mesa Monopoly.
La comunidad internacional debe movilizarse para lograr un alto al fuego inmediato, la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes y el inicio de un proceso irreversible hacia una solución de dos Estados”, comentó, finalmente.
Es muy difícil quedar indiferente ante tan cruda realidad, denunciada – nada menos – por la autoridad máxima, a nivel mundial, sobre las responsabilidades que le corresponden a las naciones que integran la organización, por el cuidado preservación de la paz mundial.
Cerrando este breve análisis de un evento tan importante como es esta asamblea mundial, son varias las conclusiones, reflexiones y desafíos que deben quedar para las autoridades políticas que en gran medida dirigen los destinos del planeta, como también a quienes somos observadores y testigos de este CAOS que actualmente nos rige, donde no se visualiza – en el corto plazo – el ORDEN esperado por la Comunidad Internacional, para vivir en PAZ y SEGURIDAD, como todos anhelamos.
Finalmente, y a mucho pesar, queda la sensación que esta 79º Asamblea se ha constituido, una vez más, en un verdadero “MURO DE LOS RECLAMOS POR LA VIGENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS”, de quienes piden justicia, sin encontrar respuesta para alcanzar el ansiado ORDEN INTERNACIONAL, que permita vivir en PAZ, en LIBERTAD y con JUSTICIA, como se esperaba con la Declaración de los Derechos Humanos próxima a cumplir ochenta años desde su promulgación.