Escuchando el podcast sobre “crisis de liderazgo” de Portal Citerior, moderado por ti ( Paulino Ramírez, Director Editor) ) y donde participan mis dos queridos amigos, Jaime Torreblanca y Carlos Urzúa, me he sentido motivado a compartir un par de ideas centradas fundamentalmente en nuestro país.

Creo que Jaime asimiló liderazgo a poder y dio una visión global en el podcast, además de recordar que en sus años de juventud había un “encantamiento” para trabajar y liderar temas sociales.

Carlos trajo a colación la idea de inmediatez de los problemas y la necesidad de su resolución en el tiempo de hoy, en contraste con los años 60 en que se miraban los problemas a más largo plazo.

En el contexto planteado en el podcast me pregunto que es un líder.

Lo imagino como un personaje muy conocedor de la cultura de un grupo social, capaz de encauzar sus inquietudes y mostrar un camino a seguir para satisfacerlas en una senda de progreso éticamente aceptable y acorde a esa cultura.

El liderazgo lo veo como totalmente opuesto a la conducta populista que es aquella de aquel personaje que busca en las respuestas aquello que otorga un beneficio fundamentalmente a su persona.

Para ser líder se requiere una serie de valores y principios éticos fundamentales. Estos valores incluyen tolerancia, libertad, igualdad, fraternidad, honestidad, integridad y el respeto mutuo. Se requiere de educación y cultura para adquirir estos valores.

Tal vez lo más grave en nuestra sociedad actual es que hay una sensación de pérdida de respeto por las instituciones, la que ocurre a todo nivel, desde la escuela a la Presidencia de la Republica.

Si se permite relajamiento en la presentación personal, en el trato con padres y profesores, a la larga esa conducta se proyectará en compromisos laborales y relación con los demás, con la ley. Los delitos graves los suelen cometer quienes se iniciaron rompiendo códigos de convivencia y de respeto a las normas.

Los alumnos se “toman” los colegios y universidades, la agresividad crece en la calle y en las redes sociales, y, pareciera que la violencia, los ataques a la propiedad, el terrorismo, lentamente se incorporan en nuestra cultura.

Todo indica que la raíz del problema que enfrentamos, del que la falta de liderazgo es la punta del iceberg, está en la educación.

Tal vez haciendo un serio esfuerzo, a todos los niveles, desde el escolar al universitario para mejorar la educación, podamos revertir esta sensación de pérdida de respeto en las instituciones y eventualmente salir de la crisis de liderazgo.