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Cultura

Publicado por Citerior Noviembre 27, 2018

CONECTADOS, PERO INCOMUNICADOS.

Carlos Bizama Pommiez. Ing. Administración de Empresas.

“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo tendrá una generación de idiotas “ Albert Einstein.

Me ha parecido interesante escribir sobre este tema tan de actualidad, para llamar la atención y producir el debate necesario acerca de lo que ha sido el incremento y el uso indiscriminado que han experimentado los sistemas de comunicación, especialmente el teléfono inalámbrico o celular.

Esta es una invitación a hacer una reflexión acerca de cuáles son y cuáles serán las repercusiones que la dependencia tecnológica sin control tendrá en las personas y en el medio ambiente en el mediano y largo plazo.

Quizás no vaya a descubrir ni decir nada nuevo que ustedes no sepan. Sólo me quiero sumar a tantas voces que se han levantado antes que yo y otras que vendrán después, denunciando que estamos frente a un problema que afecta al hombre.

La idea de tratar este tema, nació de mis diarios viajes en el Metro de Santiago, donde muchos de ustedes también son usuarios cotidianos, en el cual me he percatado en forma alarmante, que nos encontramos frente a una gran masa de ciudadanos absolutamente enajenados. Se puede observar sin temor a ser exagerado, más bien siendo conservador, que más del 80 % de los viajeros van haciendo uso de su celular, algunos hablando, otros enviando mensajes, navegando en Internet o simplemente haciendo uso de los juegos disponibles en el equipo.

Más de alguno de los que estén leyendo estas palabras podrá decir ¿y bueno cual es el problema que esto suceda así?

Lo que pasa, es que al ser tan habitual esta situación, pasa a ser parte de la cotidianeidad y no es motivo de asombro. Pero cuando uno se da cuenta que estamos frente a un problema, o a una situación que es a lo menos preocupante, debemos mirar el fenómeno desde afuera, para poder apreciar en toda su magnitud lo que ésta generando en las personas. Y es absolutamente necesario mirar desde afuera, desde un sitial que nos permita ser los más objetivo posibles, ya que si no pasamos a ser parte de este contingente de autómatas y los árboles nos impedirían ver el bosque.

En lo personal, no estoy en desacuerdo con los avances tecnológicos en el ámbito de la comunicación. Por lo demás, el que yo haga esta denuncia, resulta ser como un grito en el desierto, porque el avance de esta situación es arrolladora y la masa crítica de los que pensamos que estamos frente a una situación que va a afectar el destino del hombre, somos una minoría.

Pero vayamos nuevamente adonde nuestros personajes, aquellos que no dejaban de teclear su celular en el Metro y que por cierto lo siguen haciendo continuamente durante todo el día. Y esto no termina aquí, ya que cuando llegan a sus casas, lo primero que hacen es encender el computador y conectarse a las distintas redes sociales de Internet, como son Facebook, YouTube, etc., y pasan largas horas conectados, no dando ninguna importancia a la posibilidad de conectarse consigo mismo.

La obsesión por estar conectados constantemente, ojalá las 24 horas del día, ha dado paso a nuevos comportamientos y hábitos sociales que hasta hace algunos años atrás eran impensables. Como efecto de esta dependencia, se puede constatar que estas personas están socializando cada vez menos con sus pares.

Y en este punto de la conversación tenemos que ser claros y admitir que una cosa es estar super- conectados, pero, otra cosa muy distinta es estar comunicados.

Me surgen algunas preguntas, que pueden graficar lo expuesto ¿No les ha pasado que en una importante reunión suene un celular y al rato suena otro haciendo que se pierda el foco y los integrantes se desconcentren?, ¿No les ha pasado que hacen una reunión familiar y de repente se dan cuenta que a lo menos varios de los asistentes están desconectados de la conversación enviando algún mensaje o revisando sus correos? , ¿No les ha pasado ver que a alguien se le quedó el celular en la casa y manifiesta sentirse desnudo y se comporta muy irritado por la imposibilidad de comunicarse?

Ya los profesionales que estudian el comportamiento humano, (sicólogos, siquiatras), están hablando de una nueva patología llamada “trastorno de dependencia de la red”, generada por las largas horas de conexión a Internet, provocándose alteraciones del sueño, el humor (cuando se cae el sistema) y además cuadros de depresión y soledad.

Y frente a esto se me produce una contradicción vital, ya que por un lado pienso que el hombre es perfectible, pero por otro lado miro con preocupación y falta de optimismo la capacidad que tenga esa gran masa de dejar de ser prisioneros de la tecnología y pensarse más a sí mismos.

El hombre debería ser el foco central. En cambio, no es sino un extraño, en el mundo tecnológico que el mismo ha creado y es el único responsable del retraso que experimentamos en el conocimiento de nosotros mismos, en desmedro de los avances vertiginosos de la tecnología.

Tal vez, uno de los mayores efectos que estamos recibiendo como sociedad y que merece la atención de todos aquellos que estudian el comportamiento del hombre, es la gran incomunicación que se está provocando entre las personas.

Aquí nos encontramos ante una gran paradoja, y es que nos podemos comunicar en un segundo con alguien que esté al otro lado del mundo, con sólo pulsar una tecla del celular, pero sin embargo no somos capaces de comunicarnos con aquel que tenemos al lado.

Quizás a alguno de ustedes le puede parecer una exageración estas reflexiones, pero el más sabio de los sabios, que es el tiempo, dirá si había en estas palabras, alguna visión de futuro.

Como reflexión final, quiero decir que la tecnología usada sin control, no es igual a evolución, ya que la verdadera evolución se va a dar cuando seamos capaces de comunicarnos con nuestros semejantes, seamos más desinteresados y dejemos de pensar sólo en nuestro beneficio y pensemos más en los demás.

Quizás Albert Einstein cuando dijo aquella frase con que empieza este comentario, tenía alguna esperanza que la tecnología avanzara a la par con el crecimiento interior del hombre; pero la realidad sin retorno muestra que la tecnología corre vertiginosamente, mientras que el hombre en su conocimiento interior, sólo camina.