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Cultura

Publicado por Citerior Junio 19, 2020

BREVE ANÁLISIS HISTÓRICO DE LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA

BREVE ANÁLISIS HISTÓRICO DE LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA                                                                                   Patricio Camus Jelvez  

Si bien es cierto la ciencia, como la conocemos hoy, no existía en tiempos de Platón y Aristóteles, ya que esta formaba parte de la filosofía bajo la denominación de Filosofía Natural, no lo es menos que en las ideas de estos filósofos podemos encontrar prolegómenos de varios de los problemas y conceptos que surgieron posteriormente, una vez iniciado el desarrollo independiente de la ciencia y. de los cuales, por cierto, se hicieron cargo no pocos pensadores de principios del Siglo XVII, donde comienza a aparecer la incipiente división entre científicos y filósofos.

Existe bastante consenso en que los orígenes del mundo occidental contemporáneo se concentran fundamentalmente en la cultura griega desarrollada desde antes del siglo VII a.C., hasta la muerte de Alejandro, en el año 323 a.C.

Es en este periodo de aproximadamente 500 años en el cual fueron enunciados, por vez primera, casi todos los principios generales de la política, las leyes, la literatura, la poesía, las artes, la filosofía y algunas características más de la civilización que actualmente domina en Occidente.

Es entre los siglos II al XVI que ocurrió la unión de dos culturas, la grecorromana y la judía y es a partir de allí, con la incorporación de algunos nuevos elementos, que se produjo la ruptura de la unidad característica de la Edad Media.

Esta situación dio curso al denominado Renacimiento Humanista durante el cual, entre otros fenómenos, aparece la revolución científica en los diferentes países del hemisferio norte, a excepción de España y por razones que no nos resultan desconocidas.

Durante el desarrollo de este proceso es que la tierra deja de ser el centro del universo y el hombre el centro de la creación. Se comenzó a cuestionar la autoridad indiscutible del dogma como única explicación de la verdad, proponiéndose en cambio su búsqueda en la naturaleza.

Fue en el brevísimo plazo de dos siglos, (XVI a XVIII), que se desarrollaron los tres más importantes movimientos (humanismo, reforma religiosa y revolución científica) que marcaron un cambio trascendental y definitivo en la cultura occidental.

Si bien es cierto, y sin faltar a la verdad, se puede señalar que en la continuidad histórica del pensamiento científico es lícito señalar a sus predecesores en el Renacimiento, en la Edad Media y hasta en el mundo griego, no lo es menos que, en definitiva, es a partir del siglo XVII que la ciencia adquiere un ímpetu y una influencia sobre la vida humana que nunca antes había poseído.

Es en este siglo cuando aparece lo que hoy conocemos como Filosofía de la Ciencia.

Con esto se pretende señalar que es a partir de allí que surgen un número variado de pensadores que, sin ser científicos, comienzan a examinar y describir los elementos estructurales de la ciencia sin que, a su vez, los hombres de ciencia hayan dejado repentinamente de ocuparse de los aspectos teóricos de su propia disciplina.

Muy por el contrario. Durante todo ese siglo y el siguiente los científicos continuaron analizando y criticando los innumerables aspectos filosóficos de ella.

La diferencia estuvo dada porque a partir de allí los filósofos, a sus tradicionales intereses en la ética, la estética, la lógica y la metafísica, agregaron ahora la epistemología y el método científico.

Entre los científicos que dedicaron parte de su tiempo y su inteligencia a analizar filosóficamente los métodos de la ciencia y en un relativo orden cronológico, podemos mencionar a Andrés Vesalio (1514-1564); Galileo Galilei (1564-1642); William Harvey (1578-1657); Isaac Newton (1642-1727); Robert Hooke (1635-1702); Gottfried Wilhem Leibniz (1646-1716).

Por otra parte, y en igual época, haremos mención de algunos filósofos que incursionaron con singular éxito en este campo: Francis Bacon (1561-1626); René Descartes (1596-1650); John Locke (1632-1704); George Berkeley (1685-1753); David Hume (1711-1779); Emmanuel Kant (1724-1804).

Es en esta época, tal como con seguridad se observa y producto de la relación anterior que alguien pudiera señalar, seguramente sin disgusto alguno por parte de quien fuera individualizado en cualquiera de los dos grupos, que un filósofo pudiese ser colocado en la lista de científicos y/o viceversa, ya que la especie surgida producto de la reciente bifurcación de caminos entre ciencia y filosofía y durante todo este tiempo fue más bien híbrida; pero en lo que no puede caber duda alguna es que los hombres de este siglo ya tenían su vista dirigida hacia el futuro y sus esperanzas cifradas en un concepto citeriorista hasta ese momento desconocido, a diferencia de la Edad Media, en que el interés primario del mundo occidental estaba orientado al pasado y sus aspiraciones concentradas en el otro mundo.

Conforme se ingresa al siglo XIX, la riqueza cultural que ya se avizoraba en el anterior comienza a incrementarse hasta antojarse casi infinita.

Entre el brillo que representan atractivas y brillantes mentes como las de Beethoven, Debussy, los impresionistas, Lord Byron o Tolstoi, de manera más sombría y por cierto menos espectacular, surgen mentes de brillo no menor que desde burocráticas oficinas o de laboratorios universitarios con mayor o menor prestigio y que pasaron por esta vida literalmente sin pena ni gloria, pero cuyo trabajo permitió, a no dudarlo, el posterior desarrollo que se manifestara durante gran parte del siglo XX e incluso hasta hoy.

En este grupo, integrado por personajes más o menos conocidos, podemos diferenciar un primer subgrupo constituido por “los empiristas”, conformado, entre otros, por John Herschel (1792-1871); John Stuart Mill (1806-1873) y William Whewell (1794-1866); un segundo grupo al que se denomina genéricamente como “los positivistas” y que, en lo esencial estaba constituido por Auguste Comte (1788-1857); Ernst Mach (1838-1916); Charles Peirce (1839-1914) y Henri Poincaré (1854-1912), resultando evidente el hecho ya señalado de que en ambos grupos podemos encontrar esta híbrida mezcla de científicos/filósofos o filósofos/científicos, según se prefiera.

Estas serían entonces las dos corrientes más importantes de la filosofía de la ciencia en el siglo XIX y del pensamiento de algunos de sus integrantes surgirían las bases de la actual filosofía de la ciencia.