
Y ¿Qué piensa el hombre?
Los Griegos decían: “El hombre es lo que piensa”……Y ¿Qué piensa el hombre?
Eduardo Espinoza Mauricio.
Académico y creador de Artes Plásticas.
El hombre es responsable de los pensamientos que tiene. Tiene la posibilidad de pensar lo que quiera, y casi todas sus actitudes y conductas sean estas positivas o negativas nacen de cómo decide pensar.
Todos sus sentimientos y sus actos van precedidos de procesos mentales llamados pensamientos, y estos inciden incluso en su salud.
Pensamiento es la facultad de pensar. La aprehensión intelectual o conocimiento por medio del pensamiento consiste en traer a la conciencia la realidad de ser y acontecer del hombre como un espacio abarcable y ordenable de objetos, relaciones y contenido de sentido.
Los procesos de conocimiento permiten al hombre comprender la constitución objetiva de la realidad.
La vida psíquica no puede entenderse como una serie de funciones o capacidades aisladas, sino como una integración e interrelación de diferentes estratos anímicos.
Todo pensamiento suficientemente mantenido en el espíritu termina por imponerse e incidir en la realización.
Cuando hablamos de pensamiento, debemos destacar diversas conceptualizaciones de otras facultades; como son la conciencia, la inteligencia y la memoria.
El pensamiento nos capacita para comprender la realidad desde una faceta humana. La inteligencia se caracteriza por organizar los actos operacionales de la reflexión en relación a un sistema de saberes y principios lógicos y es auxiliada por el lenguaje, el pensamiento y el razonamiento.
La memoria a su vez, en cuanto a capacidad de retención y evocación de la experiencia pasada, debe considerarse como una función del campo de la actividad consciente y se debe entender como una actividad global.
Es característica del pensamiento humano la de presentar el lenguaje como vehículo constante de expresión.
Desde el punto de vista psicológico la intuición es un estado que antecede al pensamiento, del mismo modo cuando el pensamiento sigue un proceso intelectual que lo conduce a lograr conocer símbolos libres de todo lenguaje, como ocurre con las matemáticas y la lógica moderna. Karl Jasper –dice – “ni el pensamiento exacto puede realizarse sin la presencia del lenguaje”.
La psicología del pensamiento comienza a desarrollarse cuando se admitió la introspección como método experimental, procedimiento investigador que fue adoptado en principio por el Instituto de Würzburgo en los años 1902 – 1908. Cuyos principales representantes fueron Oswald Külpe, y Augusto Messer. Ellos pudieron demostrar la inexactitud de la psicología asociada representada por Wilhelm Wundt, que había afirmado que “todo acto de pensamiento tiene que darse en nuestra conciencia en forma de determinadas representaciones aisladas”.
Las pruebas experimentales no pudieron evidenciar la existencia de representaciones visuales a las frases o pensamientos propuestos. Bühler, dedujo en sucesivos estudios que los pensamientos son unidades vivenciales autónomas y abstractas.
La gran complejidad de los procesos del pensamiento no ha permitido que sobre esto se haya elaborado alguna teoría hasta cierto punto satisfactoria.
Todo impulso cerebral acciona un automatismo realizador y que gracias a él se puede exigir todo de sí mismo. Nuestros pensamientos se modifican permanentemente. En nuestra persona se elaboran los impulsos iniciales de los actos ocasionales o habituales y nuestras facultades y nuestras energías, nuestro equilibrio crece o disminuye según nuestros acostumbrados pensamientos.
Las fuerzas anímicas pueden inmunizar enfermedades. Las más delicadas funciones de nuestro organismo son reparables y reorganizables por un deseo potente de curarnos, es decir, el pensamiento es capaz de producir una gran modificación, sea favorable o desfavorable, lo que significa que no da lo mismo tener impulsos de pensamiento negativos que positivos.
Es importante tener en cuenta que lo que hacemos en la vida está determinado por la manera en que nos comunicamos con nosotros mismos. Nuestra manera de movernos y de utilizar los músculos de nuestro cuerpo y nuestras expresiones faciales, lo que determina en buena medida la cantidad de conocimiento que aplicamos.
La eficacia de actuar “como sí” es total cuando sitúa uno su propia fisiología, como si estuviera ya, en condiciones de máximo rendimiento.
Es indudable que nos falta aprender la manera de dirigir en nuestro interior las reacciones psicofísicas de las que depende nuestro vigor orgánico y moral.
Aquí es donde cobra gran valor la sugestión, que significa introducir en el pensamiento propio o de otro las representaciones evocadas para producir un efecto buscado y mantener el tiempo suficiente y con frecuencia necesaria para hacerlas predominantes y determinantes.
Las sugestiones tienen por objeto introducir ideas en el cerebro. La sugestibilidad es una variable para experimentar la impregnación de las ideas sugeridas y estas ocupen el campo del pensamiento y debido a la pasividad de las facultades objetivas se impresiona fácilmente la imaginación.
En la hipnosis se produce una transformación de la persona en una segunda personalidad por medio de sugestiones hábilmente realizadas por el hipnotizador. La sugestión hipnótica puede modificar profundamente el carácter o imponer mejores energías morales acrecentadas por reconfortantes imágenes creadas por la sugestión.
Si la sugestión es llevada a una autosugestión, es posible que se obtenga como característica una energía personal controlada por las ideas elegidas para desarrollar la personalidad y así obtener con las secuencias de los impulsos de pensamientos adecuados, una capacidad realmente superior, que permita actuar con confianza en sí mismo logrando gobernar el espíritu elevado.
La idea juega un papel importante en la génesis de las enfermedades. Según esto se dice que la idea origina una enfermedad o que la idea puede curar.
Estamos constituidos por una parte maquinal, por un sistema individualizado de aparatos y por otra una entidad pensante, de ahí que se define al ser humano como “una inteligencia servida por órganos “. Por una parte la inteligencia aparece como jefe al que todo el conjunto debe obedecer, pero al lado de esta organización física, surge un segundo principio denominado inconsciente o subconsciente a quien hay que atribuirle esa función especial denominada sugestibilidad, (ya mencionada)
En el momento en que la personalidad consciente decide ejecutar algo, la personalidad inconsciente entra en conflicto con ella y para eso actúa en contra de la voluntad razonada con los medios que dispone la imaginación: la sensibilidad, los apetitos sensoriales y el automatismo.
Lo inconsciente muestra en muchas ocasiones su oposición a la entidad consciente. (determina el rubor, el azoramiento, altera la emisión de la palabra, impide al pensamiento desenvolverse con claridad y expresarse con exactitud).
La autosugestión consiste en introducir en lo inconsciente, sin esfuerzo alguno de voluntad, las formas expresivas o las imágenes representativas del efecto deseado. Es importante tratar de figurarse de antemano la satisfacción que se experimentará. El pensamiento imaginativo hace nacer la emoción.
Es importante considerar como procedimiento, aprovechar en la instancia previa al sueño, la práctica de la sugestión, porque al dormirse, el subconsciente bien impregnado de una idea, prosigue su obra durante el sueño. Cualquier momento es bueno para autosugestionarse, ya que, produce el dominio de sí mismo.
La autosugestión que uno crea producirá deliberadamente un cambio en la persona, si logra introducir un estado de tranquilidad, sin temor, cada día se encontrará más fuerte, más impasible, más equilibrado y pensando con confianza en que llevará a buen fin sus proyectos, imaginándose llegar a ser un hombre renovado, transformado.
Reflexiones finales.
Muchos filósofos han considerado el pensamiento como la esencia misma de lo que nos hace humanos. Hace ya varios siglos, René Descartes, a quien se ha considerado fundador de la filosofía moderna, expresara: Cogito ergo sum “Pienso luego existo”, indicando que el pensar constituye la naturaleza básica del ser humano. Preguntarse sobre las cosas, plantearse ideas, investigar, ensayar varias soluciones posibles a los problemas y poner en entredicho sus propias ideas, elaborando o rechazando soluciones y así formar un cuerpo de pensamiento que guíe a cada ser humano en la vida durante todo el tiempo que pueda vivir.
Como decida pensar el individuo es una de las elecciones más importante de la vida.
Un ser humano razonable y reflexivo, actúa a un nivel más alto de gozo, de felicidad y plenitud, porque ha aprendido a pensar y elegir, cosas que la mayoría se niega a hacer y debe convertirse si quiere, en un creador de sí mismo y no en el resultado de lo programado por otro, puede liberarse de la angustia y conseguir la paz interior si está dispuesto a elegir opciones que puedan permitírselo. Todo el proceso se inicia con la voluntad individual de vigilar nuestros hábitos personales de pensamiento.
La experiencia acumulada nos debe impulsar a desarrollar un pensamiento crítico que se apoya en una mente abierta, dudas sanas, humildad intelectual, confianza en la razón, perseverancia intelectual, respeto a la persona humana, libertad de pensamiento y una alta motivación, lo que nos ha servido para la búsqueda de la verdad y en la disciplina de un trabajo permanente.
Es importante que, alcanzada una edad mayor, nos concentremos al realizar una acción, despejando de nuestra mente otros pensamientos que nos lleven a no hacer bien alguna tarea, de esta manera podremos, además, realizarla en menor tiempo, con mayor seguridad de éxito.