Conflicto Hamás-Israel: testimonio de una chilena
Llegué a Israel en 1998, directamente del aeropuerto al kibutz. Llevo 25 años viviendo en Israel, la mitad de mi vida. Jamás imaginé que viviría algo así. Conocía y sabía de las complejidades de este país, pero siempre creí que había una esperanza de paz, que solo unos pocos eran los fanáticos, pero que la gran mayoría puede mirarse a los ojos y reconocerse como seres humanos, como padres, como hijos, a pesar de toda la historia de dolor y las diferencias.
El sábado se quebró todo eso.
Se quebró la ilusión de seguridad que estamos protegidos en esta tierra, que el ejército es invencible, que los servicios de inteligencia saben y detienen cualquier intento de atentado. Todo se rompió.
Entraron más de 1,500 terroristas de Hamas con un odio animal. Como salvajes mataban y reían. Torturando, violando mujeres, decapitando cuerpos de niños y quemando vivas a familias enteras. Masacraron y destruyeron todo. Eran kibutzim como el mío. Gente como yo, idealistas que creían en la coexistencia. Todo se quebró, en un día, en unas pocas horas.
Mataron a 1,200 y tomaron de rehenes a cerca de 100. Destruyeron la vida de decenas o cientos de miles de ciudadanos inocentes. Todos fuimos tocados por el horror. Todos. Esa es la situación hoy y con todo ese dolor escribo, porque siento que tengo el deber de escribir.
¿Cómo se recupera el espíritu de todas esas comunidades? ¿Cómo recuperar la ilusión de un futuro mejor, para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos?
¿Cómo se hace cuando todas las certezas que alguna vez tuvimos se esfumaron y hoy son solo preguntas?
Mientras pienso y escribo, siguen lanzando proyectiles, sigue la alerta por posibles terroristas en Israel; me anoto para hacer guardia en mi kibutz con el chaleco antibalas y sin ningún arma, como la mayoría de los miembros de este kibutz que nunca creímos en las armas.
Entiendo que no es momento de buscar respuestas, que debo urgentemente llenar mi corazón de amor no de odio. Me ofrezco para ayudar, preparo donaciones para los soldados y trato de llenar mi alma de todas esas historias de heroísmo y entrega.
Les escribo a mis hijos que son soldados y les digo cuanto los amo, trato de no pensar en el mañana, de pensar en el día a día y de estar ahí llena de fuerza para ellos.
No nos van a quebrar, me dijo mi hijo.
Y me lo repito todo el tiempo; no van a quebrar a nuestro pueblo.
Am Israel Jai, es más que nunca nuestra única fortaleza.
Carolina Zamora
Kibutz Gezer, viernes 13 de Octubre 2023
(N. de la Redacción: Testimonio de una chilena residente en Israel)