Escuchando la voz de nuestra conciencia
Gonzalo Saavedra Romero
Nos enfrentamos día a día con desafiantes problemas sociales, familiares y laborales, y últimamente…con otros que hacen a la humanidad replantearse todo lo aprendido hasta ahora; los antiguos modelos culturales pareciera que ya no resisten más.
Nos preguntamos como debemos enfrentar estos retos, ya que la manera tradicional de vivir, de relacionarnos con nuestro entorno, ya no funciona tan bien como quisiéramos.
Globalmente, los desafíos son mayores cuando reconocemos que tenemos muy pocos modelos a imitar; ni hablar de nuestro planeta, cuyos recursos se agotan irremediablemente.
¿ Porqué existe tanto dolor y sufrimiento?
Todos queremos ayudar, todos necesitamos ayudar, pero no sabemos como hacerlo; es por ello que hacemos poco y nada.
Solamente podemos responder a este desafío si se produce un cambio de conciencia a nivel global, entendiendo que ese cambio debe comenzar en cada uno de nosotros.
Al formar parte de un todo, podemos influir positivamente sobre los demás; desde el momento en que iniciamos la búsqueda de ese estado especial de conciencia, que permite al ser humano vibrar en una frecuencia más alta, comenzamos a relacionarnos de forma más integral e inclusiva, asumimos un rol significativo en la transformación del mundo.
La conciencia es la voz de la quietud interna, la voz que nos guía con sabiduría en cada minuto de nuestras vidas; está presente en nosotros al momento de definir lo que es correcto, trascendiendo al tiempo y al espacio; se relaciona con la perfecta comprensión de la vida y del Universo.
Representa la esencia sublime del ser humano; presente en el corazón, ordena practicar el bien y evitar el mal, atestigua la autoridad de la verdad con referencia al bien supremo; se dice que el hombre prudente, cuando escucha su conciencia, puede escuchar a Dios.
El mundo profano ,con su ruido ensordecedor, desvía el centro de atención de las virtudes, de los valores y la justicia, esencia espiritual del Iniciado. Por ello, la necesidad de prestar atención a nuestra voz interior, es tanto más necesaria, cuando la vida nos impulsa a prescindir de toda reflexión.
Cambiar el mundo es el gran desafío , actuando en la sociedad de acuerdo a sus principios éticos, determinará tanto su voluntad como su intención moral, al hacerlo.
A través del libre uso de nuestras facultades y con el apoyo de la filosofía, podemos entender los diferentes procesos históricos y sociales que han ayudado a configurar los actuales eventos en los cuales estamos inmersos.
Debemos empatizar con nuestro planeta, proponiendo soluciones desde nuestro actuar cotidiano, como también, apoyar cada una de las reivindicaciones por igualdad de género, inclusión laboral, diversidad sexual y una política de inmigración digna y consecuente con la realidad histórica de nuestra nación.
Replantearnos la hipótesis presentada por Thomas Payne, ya a finales del siglo XVIII, sobre la posibilidad de establecer una Renta Universal, post primera revolución industrial.
Hoy, para compensar de alguna manera, los efectos que ha producido en la generación de empleos, el avance del mundo digital y la masificación, a corto andar, de la IA o Inteligencia Artificial.
Estamos viviendo tiempos diferentes a todo lo conocido, en medio de esta pandemia que puede ser el iceberg de una situación sin retorno, pero que no debemos dejar de percibir como una gran oportunidad de cambiar los paradigmas, en la manera de integrar las diferentes realidades que conforman la existencia actual.
Debemos proponer una nueva forma de enfrentar la vida en la tierra; una nueva manera de pensar la sociedad, de relacionarnos globalmente entre los diferentes pueblos desde la solidaridad y la cooperación, de convivir armoniosamente con la naturaleza y sus recursos, de aceptarnos con nuestras diferencias y particularidades.
La especie humana está en peligro, nuestro planeta está en peligro, saldremos adelante solamente con el esfuerzo de todos y todas, en el espíritu nacido de la fraternidad más pura, la del amor por la humanidad.