LA GUERRA Y LA PAZ
Edgardo Hidalgo Callejas
El hombre es el único animal que extermina a su propia especie.
A través de toda su historia se consignan guerras que levantaron reyes y emperadores y que luego cayeron para imponer otras.
¿Qué lleva a esta especie a tener esa conducta? ¿Qué razones materiales y espirituales explican sus conductas?
Actualmente vivimos al borde de alguna guerra como en toda la historia: Estados Unidos y sus amenazas a Irán y a Corea del Norte que se rearman; Isis reunificando filas y esperando volver a atacar; Armenia y Azerbaiyán (por el Alto Karabaj), Las guerras civiles en Siria (lleva 9 años,5.6 millones de refugiados) y en Yemen (5 años en guerra,80% de la población en extrema pobreza)), Irak (kurdos en el norte y parte de Turquía ,Kurdistán, quieren su independencia como nación)), Sudán del Sur (4,2 millones de desplazados, 385 mil muertos en solo el siglo XXI), Afganistán (50 años en guerra, 5,1 millones de refugiados, desplazados), Somalia ( 30 años,2,6 millones de desplazados, Nigeria (disputas entre etnias), Sahel ( limítrofe entre el sur del Sahara y los países de Sudán, Etiopía, Chad, Nigeria, etc. , grupos armados que desestabilizan al gobierno, 700 mil personas desplazadas), República Centro africana (7 años en guerra civil, hambruna y asesinatos), Cisjordania (etnia palestina “prisionera de Israel”).
Es probable que de algunos de ellos no tendríamos la menor idea, pero existen en este siglo XXI.
Detrás de todo esto están los intereses económicos y de poder e influencia política en la región.
La venta de armas de los 5 países que controlan el 75% del comercio, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz, son: Estados Unidos, Rusia, Francia, Alemania y China (38% de aumento en ventas).
En este gran negocio no hay moral, no hay principios valóricos, ni siquiera patriotismo, que ha sido siempre un gran argumento para iniciar guerras. Las ventas son del orden de 100.000 millones al año (Pieter Wezeman investigador del Instituto Internacional de investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI)).
¿Y la ética?
En la evolución zoológica se dice que el homo sapiens está en la cumbre de la escala zoológica, por sobre todos los animales, que poseedores de un cerebro inferior no han alcanzado el nivel racional del hombre. Cierto; pero el intelecto no nos hace más justos, libres y fraternos.
El conocimiento del BIEN y el MAL que la propia religión cristiana pregona no ha garantizado a lo largo de la historia que el hombre opte por el bien. La conciencia moral del hombre ha evolucionado muy poco. Los animales matan para sobrevivir y las peleas entre machos por el dominio de la manada terminan cuando uno de ellos siente “objetivamente” que su adversario es más fuerte.
Tienen el tino, “la inteligencia” para detenerse a tiempo y evitar el sufrimiento. El hombre con su “inteligencia” descubrió los mil rincones del PODER, el dominio y la vanidad. De tal suerte que vivimos un mundo en el que los hombres matan hombres, no por subsistencia: por PODER y hasta por placer.
En conclusión: la racionalidad no nos garantizó la paz, porque para la PAZ se necesita la moral y ese es otro camino distinto en la evolución hacia la perfección del hombre.
Todo el mundo dice estar con la PAZ; pero se advierte una gran inconsecuencia en la práctica. Cuando se pone en medio de la discusión algunas razas, o ciertas ideas políticas, determinadas religiones, vienen las supuestas excepciones a la regla, las justificaciones con argumentos torcidos e ininteligibles.
La paz es como la virginidad: se tiene o no se tiene. Estaremos verdaderamente con la paz, si ante la disputa siempre se opta por el diálogo, la ley, los principios, los organismos encargados de la justicia, las instituciones internacionales creadas por el hombre para dirimir divergencias.
Pero no estamos con la PAZ cuando recurrimos a todos estos mecanismos en la medida que nos garanticen el triunfo; pero renegamos de ellos, los desacreditamos y pasamos por encima, si no nos dan la razón: esto nos demuestra en estricta verdad que no creemos en la PAZ; sólo la usamos.
Ojo por ojo, diente por diente, es una máxima inmoral, que nos aleja de la evolución del hombre: es una primitiva sentencia vengativa, degradante, porque no recurre a reparar el daño con mecanismos civilizados, ni humanistas. Esta vieja sentencia bíblica está en el polo opuesto de lo que una un mandamiento debería pregonar: el amor y la paz.
Desgraciadamente “para hacer la PAZ se necesitan 2; pero para hacer la guerra sólo basta con uno” (Neville Chamberlain). Es decir, el camino de la paz necesita consenso, acuerdo, diálogo; el camino de la guerra sólo necesita uno, que suele estar motivado por el odio, la ambición de poder (económico, político, territorial, etc.), todo lo cual no precisa de consenso, porque ellos son intrínsecamente egoístas.
Todas las guerras son injustas. Los que están muriendo en las guerras son y serán más niños y mujeres que soldados. Estos han ido voluntariamente, saben lo que hacen. En los hogares que son destruidos por las bombas se matan niños y civiles indefensos, o los dejan con traumas sicológicos el resto de sus vidas: ellos son ajenos inocentes.
Las heridas físicas se curan, las heridas sicológicas y del alma perduran por toda la vida. “Cuando los ricos hacen la guerra, son los pobres los que mueren.” (Jean Paul Sartre en “El diablo y Dios)
Ambrose Bierce dijo que “ la guerra pretende desatar con los dientes lo que no se puede deshacer con la lengua”. Pienso personalmente que el hombre recurre a la guerra cuando no tiene la razón, cuando sus argumentos se le agotaron.
La opción por la paz debe ser activa, es decir hay que pregonarla, hay que lidiar por imponerla; no está con la paz quien “se sienta a ver pasar las armas”, quien se dice neutral o no se involucra. La paz se construye con argumentos con convicción en el raciocinio; en oposición a la violencia, la agresión, el insulto.
Es muy triste que los padres tengan que llevar al cementerio a sus hijos; lo natural es que los hijos entierren a sus padres; para esto el hombre está preparado genéticamente, porque es la ley de la vida y está escrita en el “Libro de la Naturaleza”. Enterrar a sus propios hijos es un dolor que perdura el resto de los pocos años que podrían haber disfrutado los padres.
Paul Ambroise Valéry decía:” La guerra es una masacre entre gente que no se conoce, para provecho de gente que sí se conoce, pero que no se masacran”.
Describe muy bien los objetivos ocultos que hay tras una decisión de guerra, los cuales suelen ser el poder, la ambición económica por los recursos geológicos y agrarios, el negocio lucrativo de la venta de armas, etc. Pero como ninguno de estos argumentos haría que los soldados tomen las armas, se recurre a valores como la defensa de la democracia, la libertad, la dignidad, la patria, etc. Desgraciadamente la gente suele pensar con superficialidad y no escarban en lo oculto, que subyace en el fondo de las razones que se dan para motivar y crear el clima de la guerra, especialmente ahora que los pueblos son más opinantes y los gobernantes necesitan de mayor consenso ciudadano para emprender estás enormes campañas, tan onerosas para las economías de los países.
Cuando las razones pertenecen a las fuerzas del MAL, se recurre a los mismos argumentos del BIEN: patriotismo, amor a su pueblo o nación, la libertad, la justicia, porque estos pueden dar más apariencia de justas y son mejor absorbidas por la sociedad ignorante.