
” LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO (O.M.C.) Y LOS ORÍGENES DE LA ECONOMÍA NEOLIBERAL EN CHILE.”.
Genaro Andahur Ayala. Técnico Electricista.
En 1953, Albion Patterson, director de Administración de Cooperación Internacional de EE UU se reunió con Theodore Schultz, Director del Departamento de Economía de la Universidad de Chicago, experto en economía agrícola, laureado con el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas, con el fin de concebir una metodología que atenuara el desarrollismo en América Latina, del cual Chile era un ejemplo.
“Lo que tenemos que hacer es cambiar la formación de los hombres, la que es muy mala”, fue el desolado raciocinio que surgió de la decepción al no encontrar un procedimiento viable para el cambio.
Sin embargo, de esta decepción surgió una sutil solución: becar jóvenes chilenos egresados de economía y ampliar sus conocimientos en la Universidad de Chicago.
Paterson no tuvo éxito al proponer la idea a los directivos de la Universidad de Chile, abocados a solucionar asuntos internos; sin embargo, su plan fue acogido por ejecutivos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la que en esa época no contaba con un Departamento de Economía. Una vez instituido, en 1956, pudo establecerse el convenio.
El primer y principal interés de los académicos era que la Universidad Católica de Chile contara con profesores con rigurosa formación en ciencias económicas. Así fue como, a partir de octubre de 1958, se produjo una profunda transformación en la enseñanza de esa Universidad.
Producto de este prestigio, en 1967 y 1968 se organizó un curso de economía especialmente diseñado para empresarios, el que les fue dado a conocer en las oficinas de la Sociedad de Fomento Fabril, asistiendo allí los más representativos e importantes promotores industriales del país. La convivencia entre ellos y académicos fue recíproca, resultando de ello el acuerdo de confeccionar un programa económico para presentarlo al candidato a Presidente de la República, Jorge Alessandri Rodríguez.
Lo esencial establecido fue la apertura de la economía, mediante la eliminación de prácticas monopólicas; liberación del sistema de precios; modificación del método tributario por uno más neutral, eficiente y equitativo; creación del mercado de capitales; generación renovada del sistema previsional; regulación de la actividad agrícola, y protección de los derechos de la propiedad.,
Presentado el programa a los principales asesores del candidato Jorge Alessandri, estos declararon estar de acuerdo con lo expuesto, pero estimaban que debían ser más graduales las reformas, objetando los autores que la dilatación de ellas llevaría a un fracaso o a desistir de la aplicación.
Presentadas las diferencias al propio candidato, éste declaro que ellas eran más bien semánticas y que era más necesario que todos siguieran colaborando con su campaña. Efectuada la elección presidencial en 1970, es elegido presidente, Salvador Allende Gossens, quién será derrocado después de tres años de gobierno. Al asumir la Junta Militar, prácticamente todos los participantes en la confección del plan presentado, ocuparon la dirección económica del país, logrando estadísticamente un éxito inédito.
El 9 de noviembre de 1989 ocurrió lo que parecía irrealizable: se derrumbó el muro de Berlín que dividía a Alemania en Occidental y Oriental.
El Presidente de Estados Unidos en esa ocasión, George Walker Busch, anunció la creación de un “nuevo orden mundial” basado en el capitalismo, llevado a cabo por instituciones de tipo liberal, es decir, con una mínima intervención del Estado.
Un mes después fue elegido presidente de Chile, Patricio Aylwin Azocar, quién, al asumir el mando en marzo de 1990, declaró que su período sería el “gobierno de la democracia de los acuerdos”.
Dos apreciaciones distintas. Una, en base a la absoluta certeza de poder hacer, manifestada por el hombre con más poder del país más poderoso del mundo, y otra el querer hacer de su cargo el camino por el cual pudieran retornar aquellos que creyeron que podían hacer, y de volver a la normalidad de otros que, sin hacer, sufrieron.
La OMC (Organización Mundial de Comercio).
El 30 de octubre de 1947 se llevó a cabo el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, con sus siglas en inglés.) Como sus fundamentos no establecían organización institucional, se recurrió a una ficción jurídica para poder establecer una organización instalada en Ginebra, en las que los participantes celebraron reuniones, fundaron un organismo permanente y una administración encabezada por un Director General.
En 1986, en una reunión citada por el GATT, se dispuso la iniciación de una ronda de negociaciones comerciales multilaterales, que habría de conocerse como “Ronda Uruguay”, que se prolongó al año 1993 y culminó en Marruecos. Allí se firmó el Acta Final de la Ronda con el acuerdo de establecer una “Organización Mundial del Comercio”
La OMC y los países en desarrollo.
El GATT fue un tratado iniciado por los países desarrollados, y el régimen establecido respondía a sus intereses. En las rondas de negocios, fue notorio que las discrepancias y discusiones quedaban zanjadas cuando los Estados Unidos y la Comunidad Europea llegaban a un acuerdo.
Se llegó así a un sistema que imponía la liberalización general del comercio en todos los sectores que interesara a los países más desarrollados, excepto aquellos que querían mantener sus medidas proteccionistas.
Críticas al funcionamiento sistémico de la OMC.
Algunos países han denunciado irregularidades en los procesos de pactos en el seno de la OMC, como mantener posiciones extremas hasta último momento para conseguir acuerdos intermedios, negociar con grupos de países menos importantes.
Según el economista Ha-Joon Chang, “aparentemente democrática, la OMC está en realidad dirigida por una oligarquía de países ricos. No sólo porque estos disponen del poder implícito de tratar bien o de amenazar a los más débiles, algo corriente en una democracia compuesta por actores de diferente envergadura: el lio es que los miembros de la citada oligarquía no se preocupan siquiera de las apariencias, como se puede ver en las reuniones llamadas del “salón verde”, donde a los representantes de los países en desarrollo se les prohíbe el acceso. Esto permite la adopción de prioridades políticas abiertamente favorables a las economías más poderosas”
Sala Verde.
Uno de los aspectos más criticados, en cuanto a la transparencia de la OMC, son las llamadas negociaciones de la «Sala Verde», un sistema de reuniones informales establecidas durante la Ronda de Uruguay, llamadas así por el color de la habitación donde se realizaban.
En estas reuniones, países con interés en algún tema que va a ser negociado, se citan para llegar a un acuerdo que, más tarde, debe ser ratificado por consenso de todos los países miembros, entre los cuales, por supuesto, no han sido invitados a las reuniones.
Este mecanismo se repitió en Seattle, y fue uno de los motivos del fracaso de la conferencia, ya que países africanos y otros periféricos se opusieron a esta disposición y se negaron a ratificar la declaración final.
Ha habido distintas propuestas durante décadas para formalizar las negociaciones en la «Sala Verde» mediante la creación de un comité ejecutivo que administre la agenda de la OMC, con un núcleo permanente de miembros basado en criterios acordados; como por ejemplo, la proporción del comercio mundial manejado por cada país, junto a un grupo rotativo de países más pequeños. No se ha conseguido progreso en esta dirección.
Determinados autores consideran que el abuso de negociaciones en la «Sala Verde», por parte de los miembros de la OMC, es innecesario. En cualquier caso, y a pesar de que una mayor transparencia es sin duda necesaria y siempre aconsejable para la organización, otros autores consideran que un mecanismo similar a las negociaciones en la «Sala Verde» parece inevitable en una organización con un número tan elevado de miembros.
Otra crítica frecuente dirigida a la OMC es que no existe acceso libre a todos los datos generados por la OMC. Por ejemplo, no existe el acceso libre a la Base de Datos Integrados de la OMC, que comprende los límites arancelarios a los que los miembros se han comprometido.
A pesar de que los límites de los aranceles de aduana son el núcleo de la OMC, su análisis es muy complicado para cualquier investigador externo, puesto que requiere de una cantidad extraordinaria de datos. Solo la Secretaría de la OMC organiza y recoge todos estos datos que tienen, pero tienen acceso a ellos únicamente los gobiernos de los Estados miembros.
La paradoja de las críticas a la OMC.
La OMC tiene 164 miembros y 20 solicitudes de adhesión en trámite, a pesar de la especial complejidad del proceso de adhesión. Ante una solicitud de adhesión, se crea un “grupo de trabajo” encargado de examinarla. Allí se analiza el régimen de comercio del país interesado y se negocian con él las condiciones particulares de su adhesión. Además, sigue un proceso de negociaciones bilaterales del país aspirante con cada uno de los miembros de la OMC que lo solicitan, que plantean sus exigencias. El resultado es que la adhesión queda condicionada a un consenso que satisfaga a todos los miembros integrantes de la organización. Es habitual que los países se adhieran en condiciones más gravosas que las que se aplican a los demás.
El “protocolo de adhesión de China”, que estipula las obligaciones que asumió para adherirse a la OMC, es un documento de 112 páginas. A estas están sujetas la enorme mayoría de los países, cualquiera que sea su situación económica, e incluye a gran parte de los países más pobres.
Se observa un contraste singular entre las agudas y generalizadas críticas hacia la organización y la gran participación en ella o el deseo de incorporarse. Esto se debe a que, con independencia de la validez de esas objeciones al “sistema multilateral de comercio”, el hecho de estar fuera provoca perjuicios mayores que sus desventajas. El país que no forme parte de la OMC no tiene, en sus relaciones de comercio exterior, ninguna otra defensa que las que le den los acuerdos que haya concertado.