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Ciencia

Publicado por Citerior Diciembre 4, 2018

“Robótica y sociedad actual”.

Mario E. De Armas San Martín. Ingeniero Comercial.

 

Estamos frente a la revolución científica más grande de la historia de la humanidad, la llamada cuarta revolución industrial… El progreso científico modifica profundamente el ambiente cultural y social, modificando la forma en que piensa y vive el hombre. La técnica con sus avances vertiginosos está transformando la faz de la tierra, la forma en que trabajamos, vivimos, nos comunicamos y nos relacionamos. Pero, mientras amplía extraordinariamente su poder, su conocimiento, su técnica… el hombre, no siempre consigue someterlo a su servicio.

Los progresos de la tecnología, de las ciencias biológicas, psicológicas y sociales permiten al hombre no sólo conocerse mejor, sino que, además, influir directamente sobre la vida de las sociedades por medio de tecnologías cada vez más avanzadas que ya han comenzado a suplir al hombre en muchas de las funciones que él realizaba hasta hace muy poco tiempo. La humanidad pasa así

 

de una concepción más bien estática de la realidad, a otra más dinámica y evolutiva, de donde surge un nuevo conjunto de problemas.

Bajo esta mirada, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene el camino abierto para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso y el retroceso, entre la fraternidad y el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o servirle.

Entretanto, se afianza la convicción de que el género humano puede y debe no sólo perfeccionar su dominio sobre las cosas creadas, sino que le corresponde además establecer un orden político, económico y social que esté más al servicio del hombre y permita a cada uno y a cada grupo afirmar su propia dignidad.

Con el desarrollo de la robótica, la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías, el temor de ser reemplazados por robots es una de las principales preocupaciones de la sociedad actual. Este miedo a la tecnología se incrementa con el progreso y desarrollo vertiginoso que ha tenido la inteligencia artificial, y que ha llevado a que existan estimaciones que indicarían que en un futuro cercano muchos de los empleos que actualmente desarrolla el hombre serán ocupados por robots.

El último Foro Económico Mundial de Davos, efectuado en enero del 2018, contó con 2.500 participantes de más de cien países, entre ellos 40 jefes de Estados, dirigentes políticos, científicos, economista, empresarios y celebridades; su tema central fue la “Cuarta Revolución Industrial”.

En sus conclusiones, cerca del 70% de los participantes considera que la tecnología, no la humanidad, es la clave del futuro de las grandes empresas. Consideran que en breve viviremos una nueva fase como seres humanos que se construirá en torno a los “sistemas ciber-físicos”, con el desdibujamiento de los sistemas físicos, digitales y biológicos, y donde la idea, de que el hombre y la maquina son indivisibles, está más cerca de lo que pensamos.

Los nuevos avances que trae la tecnología y que transforma de manera tan revolucionaria nuestra vida nos debe llamar a reflexionar sobre las oportunidades y desafíos que ello lleva implícito. Ámbitos como la máquina ocupando nuestro puesto de trabajo, un robot atendiendo un puesto de comida o ensamblando piezas de vehículos y maquinas en general, un computador dando respuestas a tus consultas o reclamos, un algoritmo cambiando el curso de unas elecciones o



  modificando tus gustos y opiniones, etc, están siendo relevantes en nuestra       vida cotidiana.

A estas preocupaciones debemos agregar las implicaciones éticas, sobre todo aquellas que empiezan a emerger como las de mayor preocupación en la actualidad, como son el uso de nuestra información personal a través de las redes sociales, el llamado bigdata y con ello la perdida de privacidad o individualidad. Nos hemos preguntado ¿cómo influyen los algoritmos detrás de Google, Twitter y Facebook, entre otros sistemas en todo nuestro quehacer, desde nuestras emociones hasta nuestras elecciones? Basta recordar el uso malicioso hecho por Facebook de las cuentas de usuarios y que habría afectado las últimas elecciones presidenciales en EEUU.

Algunas de estas implicaciones están afectando nuestra sociedad en lo inmediato, pero sus verdaderos efectos se presentarán en el mediano y largo plazo. Por ejemplo ¿qué pasará si los vehículos auto-conducidos o autónomos eliminan los puestos de trabajo de los conductores de taxis, camiones repartidores, de logística, de correos y de los pilotos de aviones y helicópteros? Cuando los 1,8 millones de empleos de conducción de camiones (existente sólo en Estados Unidos) estén automatizados, necesitaremos encontrar una forma de “reciclar” a esas personas, pero en el corto plazo la prioridad será ayudarlos a poner comida sobre su mesa.

Frente a esta realidad y a la proliferación en el mediano plazo de los robots y equipos autónomos, la Unión Europea está considerando actualmente la necesidad de redefinir el estatus legal de los robots, sugiriendo que los “bots” autónomos podrían, en el futuro, recibir el estatus de “personas electrónicas”, una definición legal que confiere ciertos derechos y obligaciones.

Por su parte, el Gobierno de Corea del Sur prepara la publicación de un código ético para prevenir los abusos de humanos a robots y viceversa. “El Gobierno establecerá una serie de principios éticos relativos al papel y a las funciones que desempeñan en la actualidad los robots, teniendo en cuenta que en el futuro irán adquiriendo tareas que impliquen una inteligencia mayor”, ha señalado el ministro de Comercio, Industria y Energía de dicho país, esto en atención a que ellos esperan que hacia fines del 2020 todos los hogares coreanos tengan algún tipo de robot que facilite las tareas diarias del hogar. Es paradójico pensar que lo que hasta hace poco era

 

ciencia ficción hoy en día se está transformando en una realidad y está dejando fuera de foco preocupaciones más humanas.

Las máquinas son mejores que el hombre en cálculos, procesamiento de datos, análisis matemáticos, y en varias otras actividades, pero en muchas otras aún no y están (al parecer) lejos de serlo. Los robots y la inteligencia artificial están aún en etapa de desarrollo, pero con un crecimiento exponencial que pareciera no tener límite; de ahí que el hombre, como responsable de estos desarrollos, debe poner los límites éticos y morales para que los robots puedan y deban contribuir y estar al servicio de la humanidad; sólo entendiendo la dimensión de esta realidad se podrán abordar los desafíos que la misma nos propone.

Ante este tipo de consideraciones surgen preguntas como: ¿Cuál es el marco ético de las máquinas? ¿Deben pagar/tener seguridad social? ¿Deben tener derechos? ¿Cuáles son sus obligaciones? ¿Podrán enseñar los robots en centros educativos? ¿Debe la modificación de genes ser legal para manipular a la raza humana y crear “bebés de diseño”? ¿Qué pasaría si solo las personas ricas pudiesen usar estas tecnologías?

Jack Ma, CEO del gigante corporativo Alibaba Group, y asistente a Davos, señalo en una entrevista: “es hora de cambiar la forma en que enseñamos. No tiene sentido enseñar habilidades que tienen las máquinas. Las “habilidades blandas” que los humanos siempre tendrán pero las máquinas no pueden tener, son esas habilidades las que debemos enseñar”.

 

Llama la atención y es revelador que ponga el ojo en la educación y que llame a preguntarnos qué pasa con las habilidades sociales, dónde queda el pensamiento crítico o la capacidad de dudar de las cosas. Esto pone en relieve parte de los desafíos a los que nos enfrentamos en esta era de cambio tecnológico acelerado, llamándonos a poner el foco en la persona y no sólo en la máquina y así evitar que mientras el mundo intenta absorber tantos avances, la educación “de verdad” quede (como siempre) relegada en la lista de prioridades.

Al preguntarnos ¿la educación en tecnología, tanto creación como uso responsable, permite formar una ciudadanía crítica y participativa?, creo que la respuesta debe ser no… Debemos enseñar desde pequeños a nuestros niños a diferenciar entre el bien y el mal, lo responsable y lo que no lo es, o simplemente entre lo que tiene sentido y lo que no, esto es más importante que la educación en



tecnología. Antes de entender de tecnología tienen que entender de personas. Aspectos como la filosofía, la psicología, la sociología y la antropología deberían ser parte del combo de inmersión hacia el apasionante mundo del progreso tecnológico.

Necesitamos recuperar el control, replantear el argumento y comenzar a poner humanos, y no tecnología, en nuestra escala de prioridades como sociedad. Necesitamos ser más humanos.