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Cultura

Publicado por Citerior Noviembre 27, 2018

¿Qué es la Tolerancia?

Leopoldo Vallejos San Martin. Ingeniero Ejecución en Informática.

Si definimos significados de Tolerancia en un sentido estrictamente individual, debemos entrar en los ámbitos de la conciencia, del consenso y del derecho. El primero debe ser inviolable y garantizado por la libertad; el segundo, por la fraternidad; el tercero, por la igualdad.

Libertad, fraternidad e igualdad serían entonces elementos constitutivos de la tolerancia.

Pero el hombre pareciera ser naturalmente intolerante, y la historia nos muestra cómo las religiones y el afán de dominio han sido causas de infinidad de crímenes y guerras.

En este contexto, la tolerancia es una virtud que debe ser vivida.

La tolerancia no solo se estudia e interpreta, sino que se practica.

Pero veamos que significa etimológicamente el concepto de tolerancia:

La tolerancia, en su origen etimológico del latín “tolerare”, significa sostener, soportar, aguantar, sufrir… define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral. Generalmente escuchamos expresiones como no tolerar violaciones a los derechos humanos, no tolero insultos, tolerancia cero, etc. Así aparece un concepto frágil, confuso y falso de tolerancia, que se emplea muchas veces donde debiera usarse otro concepto.

Una aproximación; el bien y el mal de tolerar

La tolerancia, ¿es una obligación?, se debe imponer, ¿o ser natural?, ¿se aprende o se nace tolerante?; estas son preguntas que intentaremos al menos plantear en este momento.

En un nivel individual, se habla de la tolerancia como la capacidad de aceptación de una situación, de otra persona o grupos considerados diferentes; es la capacidad de escuchar y aceptar a otra persona, aunque tenga distintos valores a uno, aunque actúe de distinta forma; es el respeto a las ideas, creencias y prácticas de los demás cuando son diferentes a las nuestras o contrarias..; curiosamente en la misma definición, se plantea al mismo tiempo que no todos los individuos están capacitados para ser tolerantes; por ende, deberíamos entender que es una virtud que no todos pueden practicar; o dicho de otro modo…que existe la intolerancia.

 Existe una tolerancia social, que busca el respeto de los derechos y los intereses de todas las personas, y se defiende penalmente para conseguir una coexistencia pacífica entre las personas. Generalmente, se considera que no existe la tolerancia sin agresión, es decir, que solo se puede ser tolerante frente aquello que nos molesta, con lo que no se está de acuerdo, pero que se acepta por conformidad social. La tolerancia es generalmente una elección dictada por una convicción, a veces condescendiente y a veces forzada incluso penalmente. De esta manera se puede entender que la tolerancia no es un valor individual, sino un dinamismo que evoluciona, en donde existen reglas que se establecen socialmente y debe existir la aptitud para poder respetarlas.

La tolerancia también tiene aspectos no positivos y que, permite situaciones como desprotección y la discriminación del individuo, la inacción ante la injusticia; también es un método de manipulación de los grupos de control en donde los medios de comunicación la fomentan persuasivamente.

 En su opuesto, el intolerante considera que ser diferentes equivale a no ser iguales en cuanto a derechos. La tolerancia, naturalmente, es una gran virtud, es un concepto que, de un tiempo a esta parte, está perdiendo su verdadero sentido, desfigurándose, de tal suerte, que ha pasado a confundirse con la transigencia de los principios y la anuencia de cualquier cosa, sin ningún sentido crítico.

Hoy en día, se tacha de intolerante a alguien que tuviera la osadía de expresar una opinión contraria sobre algo que ya estuviera generalmente aceptado. O dicho de otra forma, ahora, cuando uno “no se lo traga” se le tilda de intolerante. Pero, ¿qué es ser tolerante? Al parecer, creo, hemos de enfocar la respuesta a esta gran cuestión atendiendo a dos aspectos.

El primero de ellos hace referencia a analizar si tolerar es una actitud que hay que tomar en todo caso. Para este análisis supongamos los siguientes interrogantes:  ¿ Es todo respetable?, ¿es todo tolerable?, o por el contrario ¿hay opiniones, actos y actitudes que son de propio y por naturaleza intolerables?.

 Si se nos formula esta idea mediante la primera pregunta, creo que una gran mayoría de personas, casi mediante un automatismo, hubieran contestado: sí. Este automatismo es, probablemente, provocado por la existencia del sofisma, muy extendido, que admite que toda idea es respetable. Debido a ello, pobre de aquel que hubiese osado a responder que no. Si la reflexión se hubiese presentado a través de la segunda cuestión -¿es todo tolerable?- ya, posiblemente, no sería tan abrumadora la mayoría de síes, pero, aún así, serían mayoritarios.  Sin embargo, si se expresa la reflexión a través del tercer interrogante, es factible que muchos responderían, depende. Pero ¿de qué depende?

Ahí entramos de lleno en el segundo de los aspectos que hacíamos referencia al comienzo.

¿Cuál es el criterio para que algo sea tolerable?

Aquí hay que poner reparo a otro sofisma muy frecuente hoy en día. Está generalmente aceptada una respuesta del tipo “depende del consenso que haya alcanzado esa opinión, acto o actitud”, depende de lo que la mayoría ha opinado”; y claro, nos quedamos más tranquilos. Se podría tachar, lo anterior de anti-demócrata, lo cual es falso, pues la democracia es la doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno, definición ésta, que no hace juicio de valor en relación a la bondad o maldad de lo elegido.

En lo referente al consenso, no olvidemos que es el acuerdo producido por consentimiento entre todos los miembros de un grupo o entre varios grupos. Esta definición admite un comentario análogo al anterior, ya que los acuerdos no son intrínsecamente buenos, ni intrínsecamente malos, sino que está en función de lo que sea materia de acuerdo, es decir de lo que se acuerde.

Parece que se ha olvidado que unos de los grandes holocaustos de la historia, se llevó a cabo con el consentimiento, consenso, del pueblo alemán, o es que ¿nadie recuerda que el tercer Reich llegó al poder mediante sufragio? Y es, precisamente, el no respetar a las personas, no así a todas sus ideas, el ejercicio de intolerancia por excelencia.

En definitiva, toda persona portadora de una idea, acción, opinión y actitud es respetable, pero no necesariamente toda idea, acción, opinión y actitud lo es por muy respetable sea su portador. Citar al último presidente de Checoslovaquia y el primer presidente de la Republica Checa es más que oportuno, “La tolerancia deja de serlo cuando se tolera lo intolerable (Vaclav Havel)”.

 Ejemplos a lo largo de la historia hay muchos:

 • Las situaciones de esclavitud y tolerancia a la esclavitud, a pesar de las condenas a esta, la cual era manejada por los grupos de poder.

• El permiso y la prohibición de abortar para las mujeres y las que los asisten, en donde su percepción positiva o negativa va a depender de los grupos que dominan los medios. La violencia de género, el asesinato de mujeres a manos de sus parejas, la cual en algunas sociedades es permitida y tolerable.

 Los debates contemporáneos sobre la homosexualidad, la persecución, el rechazo, la injusticia. (Leyes anti discriminación, pero se oponen a la igualdad de derechos).

 Como estos ejemplos existen muchos, y a medida que nuestra sociedad sea más globalizada, las diferencias, las desigualdades, la diversidad, serán cada vez más amplias; por ello serán cada vez más importantes las formas en que debemos aceptarnos, y que la tolerancia sea parte del individuo y no un método de manipulación social. Según se plantea, la educación se considera un vector de tolerancia, debido que, siempre será más fácil entender y aceptar un comportamiento si se conocen los orígenes del mismo.

 Una posibilidad: la Multiculturalidad.

 Desde el humanismo social, la Multiculturalidad se describe como la convivencia que desea la mezcla de culturas en dialogo y coexistencia pacífica, es una búsqueda por eliminar prejuicios racistas y fomentar bajo condiciones de respeto entre hombres con igualdad y desarrollo del entendimiento en una relación permanente de tolerancia.

Con ello se pretende fomentar el aprendizaje mutuo en un esfuerzo para motivar la aceptación de las diferencias culturales sobre una base de respeto. Bajo el respeto ético y a los valores humanos que se desarrolla con el conocimiento del otro, independiente su cultura, sus costumbres y sus diferencias, se puede lograr la tolerancia cultural, y para garantizar ese respeto, se precisa la relación y el apoyo institucional. Así se constituirían sociedades integradas democráticas, estables y libres de prejuicios.

Es por ello que la información en la educación se debe resaltar en la multiculturalidad; debe ser un objetivo de la educación participando en el apoyo del entendimiento social con la colaboración política e institucional.

Ahora si reflexionamos sobre la multiculturalidad, nos podemos dar cuenta que va más allá de la coexistencia o el dialogo entre distintas culturas, si no que se trata de lograr una relación sostenida y natural entre ellas, es decir, es una búsqueda expresa de la superación de prejuicios, desigualdades y asimetrías, que permita un desarrollo de la igualdad y el respeto al otro.

Una sociedad intercultural se debe entender, entonces, como una sociedad en donde exista un proceso dinámico, sostenido y permanente de las relaciones entre las personas, sin importar sus diferencias, sus desacuerdos, y sus desigualdades, en donde  exista la comunicación y el aprendizaje mutuo; allí se da un  esfuerzo colectivo y consiente por desarrollar las potencialidades de personas y grupos diferentes entre sí, sobre una base de respeto y creatividad más allá de las actitudes individuales y colectivas.

En conclusión la multiculturalidad nos es tolerarse mutuamente, si no que construir puentes de relación que garanticen la diversidad, con una interrelación creativa; no solo es reconocer al otro, sino también entender que la relación enriquece a lo social, generando una nueva realidad común, en donde todos son parte igualitariamente.

Desde una mirada ética y de los valores sociales, la multiculturalidad se le promueve como la tolerancia y reconocimiento a la diversidad social, con acciones sobre la dignidad y derechos de las personas y colectivos sociales, posibilita el entendimiento y relaciones entre los distintos para beneficio mutuo y colectivo.

Se nos hace importante entender el concepto de tolerancia, y alejarla los más posible de su definición etimológica; no confundir la tolerancia filosófica con la de tolerar…cuando se trata de resistir, soportar, sufrir, aguantar o permitir, porque se corrompe la palabra en su más elevada acepción.

La tolerancia nace y se desarrolla en el terreno de las ideas.

Voltaire es claro cuando afirma la célebre frase: “no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero estoy dispuesto a morir por defender su derecho a decirlo”. Siendo así, la tolerancia no debe tener límites; limitarla en cualquier circunstancia es caer en el terreno de la intolerancia. La exposición de las ideas no tiene restricciones; sabemos que nadie es dueño de la verdad, si no que estamos trabajando para encontrarla, aprendiendo a pensar cada uno por si mismo…:”los que no piensan como yo, representan el ensanchamiento de mi horizonte vital.”

Globalización: una realidad.

La globalización ha llegado para quedarse. Así, somos testigos de cambios y acontecimientos que nos ponen en contacto directo con otras culturas; muchos hemos viajado fuera de nuestro país e incluso fuera de nuestro continente; de la misma forma hemos visto cómo ha ido variando el paisaje humano, en nuestros barrios, plazas, colegios, etc. Ha comenzado a transformarse con la presencia de inmigrantes, ya sean latinoamericanos, europeos, etc. Los medios de comunicación dedican un gran porcentaje de sus tiempos a hechos ocurridos en otros países; gran parte de los productos que consumimos provienen de otros países, y para qué hablar de todas las herramientas que nos entrega internet, para saber en tiempo real lo que está ocurriendo en cualquier otra parte de la tierra.

La globalización es una realidad indudable; el mundo se nos ha hecho más familiar y cercano, tanto para aquellos que se consideran desarrollados como aquellos que no lo somos.  La globalización no es un fenómeno nuevo, pero sí lo es su alcance, y extensión, incluso en países y sociedades que se han opuesto a esta (como por ejemplo China o sociedades islámicas).

Podríamos decir que hoy hay más gente que nunca, durante más tiempo que nunca, pendiente de los acontecimientos a un nivel global, por ejemplo un campesino de Talca, al igual que un productor de bananas en Honduras, están igual de pendientes y se ven igualmente afectados por los movimientos bursátiles en la bolsa de Nueva York.

Ahora, si bien este fenómeno nos llega a todos, no nos llega de la misma manera a todos, y por supuesto no todos obtenemos los mismos beneficios de esta; es decir, la globalización trae consigo a ganadores y perdedores.

Todos los cambios profundos tienen consecuencias no previstas y cambios no deseados; el incremento de la pobreza y la marginación tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados, el deterioro del equilibrio ecológico del planeta, las tensiones étnicas y religiosas, las migraciones masivas, etc.

Están cada vez más presentes como consecuencia de un modelo de producción injusto, un modelo político y cultural que pretende consagrar como norma, fórmulas de vida de los países dominantes. En el terreno cultural, entendiéndolo en su sentido más amplio, se dan algunas transformaciones que tendrán mayor influencia en nuestro futuro y ya la están teniendo, pero es en este punto en el que también pueden aparecer a los problemas antes planteados.

La globalización se manifiesta en gran medida en el terreno cultural, ya sea por la velocidad de transmisión de los medios, como la agresiva presencia de las industrias en un mercado en crecimiento, como la movilidad de las población, y por sobre todo por la emigración desde los países subdesarrollados hacia los desarrollados; todos estos factores sumados a otros, hacen que el intercambio cultural en la globalización  no se de manera pausada, ni sea un fenómeno de lenta permeabilidad entre culturas, si no que se da como un choque de culturas de una envergadura, intensidad y brevedad en el tiempo, como nunca antes se ha conocido en la humanidad.

Este modo de generar multiculturalidad nos puede llevar a múltiples conflictos culturales y fuertes enfrentamientos por un mercado que es fuente de inmensos beneficios económicos como siempre para los mismos…aunque también nos puede llevar a que la multiculturalidad empiece a ser patrimonio de la humanidad, con todo lo positivo y negativo que ello sea.