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Sociedad

Publicado por Citerior Enero 25, 2019

“¿Qué es la Posverdad?”.

¿Qué es la Posverdad?

Luis Eduardo Johnson Rojas, Químico Farmacéutico

 

El término “Posverdad” fue incluido recientemente en el Diccionario de la Real Academia Española que lo define como “una distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Es decir, esas aseveraciones que dejan de basarse en hechos objetivos para apelar a las emociones, creencias o deseos del público.

Fue elegida palabra del año en 2016 por el diccionario Oxford, ante la popularización de su uso en el contexto de la votación del Brexit y las elecciones que ganó Donald Trump en Estados Unidos.

Entendemos por “verdad” la coincidencia entre una afirmación y los hechos o la realidad a la que dicha afirmación se refiere. El uso de esta palabra abarca así mismo la honestidad, la buena fe y la sinceridad humana en general; también el acuerdo de los conocimientos con las cosas que se afirman como realidades.

Esta conceptualización de la “verdad” se mantuvo hasta finales del siglo XX, cuando se impone el término “postmoderno”, con el cuál se establece que no hay nada fuera del discurso, que la “verdad” es cuestión de perspectiva, o contexto, más que un principio universal. No hay principios últimos y la realidad se caracteriza por la fragmentación, donde no hay hechos, sólo interpretaciones de los hechos.

Según el diccionario, se define la “mentira” como una cosa que se dice, sabiendo que no es verdad, con la intención de que sea creído.

Por el contrario, la verdad es una expresión o representación que corresponde a una cosa que existe.

En este contexto, podemos definir entonces lo que hoy entendemos por posverdad: “un neologismo que describe la situación en la cual, a la hora de crear y modelar opinión pública, los hechos objetivos tienen menos influencias que las emociones y creencias personales. El que algo aparenta ser verdad, es más importante que la propia verdad”.

Sobre la autoría del término existen diversas versiones: La de David Roberts, en el 2010, que se refería a políticas que negaban el cambio climático pese a la evidencia científica al respecto. Anterior a él, fue empleada por primera vez en 1992 por el dramaturgo serbio-estadounidense Steve Tesich, en un artículo publicado en la revista The Nation. En el texto reflexionaba sobre un escándalo político durante la presidencia de Ronald Reagan en Estados Unidos contra Irán y la guerra del Golfo Pérsico.

De allí en adelante, usando medios tecnológicos como la televisión y las redes sociales, el discurso socio político de notorios personajes a nivel mundial, afirman constantemente cosas falsas. La Revista The Economist, nombra a Donald Trump como el máximo exponente de la posverdad, es decir, un partidario de las pasiones y las creencias individuales, con las cuales convence a sus votantes. El 70% de las declaraciones que hizo durante su campaña electoral, según análisis de Politifact, fueron falsas.

El diario The Washington Post, sostiene que, en 200 días de gestión como presidente de Estados Unidos, hizo 1.318 afirmaciones de ese tipo. Algunos de los últimos ejemplos son indicar que Estados Unidos es el país que paga más impuestos en el mundo, o exagerar los impactos de los huracanes Harvey y María.

Se presenta una indiferencia de un sector de la población hacia la verdad; la digitalización de los medios de comunicación, Facebook, Twitter, Instagram etc., ha llevado a que los sujetos se aíslen y sólo se comuniquen con quienes piensan como ellos.

De esta manera comparten sus creencias sin importar si la noticia que difunden es falsa o verdadera. El debate de ideas ya no existe, no es necesario. Es más cómodo quedarse con aquello que circula en la red y que se nos da ya digerido. Se produce un alejamiento en la búsqueda de la verdad, porque ésta no es algo objetivo; se da en la intersubjetividad, en la relación con otras personas en el interior de una cultura.

Estamos viviendo un momento en la cultura humana en que es necesario develar la manipulación de las conciencias, demostrar como la sociedad está tomando decisiones basadas en la posverdad; en cambio, las ideas y el racionalismo han pasado al museo de antigüedades.

Como pensador laico que soy, estudio estos fenómenos difundiendo el fraude que se oculta tras esta posverdad, que traspasamos a nuestros hermanos, familiares, amigos, conocidos y colegas; este retroceso del racionalismo y las ideas; invitamos a que miren más críticamente los mensajes que difunden los medios de comunicación y las redes sociales, descubriendo las falsedades encubiertas por la capa de la posverdad.

Es nuestro deber combatir la posverdad siendo lectores y oyentes instruidos y automotivados, siendo televidentes con propia opinión e incentivando a la ciudadanía a ser responsables al momento de dar credibilidad a los mensajes recibidos, lo cual requiere de una fortaleza mental y una disciplina que motive la búsqueda de la verdadera información.

Llevémoslos a dar una mirada a la realidad de los hechos y a su comprensión sensible. Sin esta mirada, la sociedad estará percibiendo solo las sombras de la caverna de Platón.