Compartir

Actualidad

Publicado por Citerior Diciembre 26, 2018

“INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y SUS EFECTOS EN EL MUNDO LABORAL”.

LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL. SUS EFECTOS EN EL MUNDO LABORAL.

Luis Espinoza Altamirano

Últimamente se habla bastante del efecto que tendrá la Inteligencia Artificial (IA) sobre el empleo al reemplazar labores que realizan hoy individuos. Entonces, la pregunta que surge es: ¿a cuántos destruirá y qué pasará con esos desempleados? ¿Quedarán desempleados de por vida, o encontrarán otras actividades para desarrollar su subsistencia?

Para desentrañar la respuesta a esta interrogante, comencemos por entender el término Inteligencia Artificial. Se trata esencialmente de un sistema capaz de analizar datos en grandes cantidades (big data) para identificar patrones y tendencias que permitan formular predicciones de manera automática, con rapidez y precisión.

Lo anterior, sin duda, provocará una pérdida importante de empleos. Por ejemplo, cuando existan los vehículos sin chofer, desaparecerán taxistas, choferes de buses y camiones, etc. Pero no sólo están en riesgo empleos con baja calificación técnica; también lo están aquellos de mayor calificación, como es el caso de los corredores de bolsa, dado que ya algunos de los principales fondos de inversión y corredores de bolsa del mundo están usando “Machine Learning” para analizar los movimientos bursátiles de las acciones del mercado, logrando identificar patrones que pueden significar mayores ganancias.

Otro caso es el de los profesionales de la salud, dado que por medio del análisis de exámenes médicos, se han obtenido auspiciosos resultados al identificar patrones de conducta que pueden asociarse con ciertos tipos de cáncer; esto permitiría diagnosticarlos de forma temprana, disminuyendo el tiempo de tratamientos y procedimientos, lo que afectará a médicos, enfermeras, etc., en la demanda por sus servicios. Imagínese el efecto de lo anterior cuando suceda lo mismo con otras enfermedades.

¡Ordenadores y robots aprenden hoy en día a tomar decisiones! Naturalmente, “decidir” es un término que suena excesivo para máquinas que no tienen conciencia y cuyo nivel de “inteligencia” no llega ni siquiera al de una rana. Pero los últimos adelantos de la inteligencia artificial (IA) bastan para atemorizar a algunos y hacer fantasear a otros.

Para muchos, la palabra “inteligencia” es sólo una metáfora, cuando se trata de máquinas o de robots que están destinados a seguir siendo simples y humildes asistentes de los humanos. Actualmente, la IA nos ayuda a superar las barreras lingüísticas gracias a la traducción automática, a efectuar numerosas tareas rutinarias, incluso a realizar los quehaceres domésticos, a fabricar productos, a detectar enfermedades en etapas anteriores a las que los médicos pueden diagnosticarlas, a crear prótesis que pueden ser accionadas con el pensamiento…

No obstante, la combinación de lo que se denomina el aprendizaje profundo de las máquinas (deep learning) y de los macrodatos (big data) está provocando no sólo una revolución de la IA, sino también una cuarta revolución industrial, que nuestras sociedades no están preparadas para afrontar. Muchos expertos estiman que la IA es más una revolución cultural que una revolución tecnológica y que la educación deberá adaptarse rápidamente a las nuevas realidades, a fin de que las generaciones futuras aprendan a vivir en un mundo radicalmente distinto del que conocemos hoy.

La pregunta que ya se plantea es: ¿no existe el riesgo de que los datos utilizados por la IA se empleen para consolidar ideas y prejuicios? Como por ejemplo, elaboración de perfiles raciales, censura, predicción del carácter delictivo… estos criterios discriminatorios ya han sido introducidos en algunas máquinas a las que se les enseña a analizar tipos de comportamiento. Cuanto más complejo se vuelve el desarrollo tecnológico, más se complican las preguntas éticas que suscita. El desarrollo de los robots asesinos es un claro ejemplo de ello.

A los desafíos éticos se agregan los de la monopolización del poder. Mientras que en África la IA apenas da sus primeros pasos, un pequeño número de países invierte millones de dólares en investigación básica, que, como se sabe, está casi en su totalidad en manos de unos pocos gigantes de la informática. Estos desafíos internacionales exigen una coordinación internacional, indispensable para el desarrollo responsable de la IA.

 SUS EFECTOS EN EL MUNDO LABORAL.

 ¿Qué le ocurrirá al mercado laboral cuando la inteligencia artificial consiga mejores resultados que los humanos en la mayoría de las tareas cognitivas? ¿Cuál será el impacto político de una enorme clase nueva de personas inútiles desde el punto de vista económico?

En la esfera económica, la capacidad de sostener un martillo o de pulsar un botón se está volviendo menos valiosa. En el pasado eran muchas las cosas que solo los humanos podían hacer. Pero ahora, robots y ordenadores nos están dando alcance, y puede que pronto nos avancen en la mayoría de las tareas.

Cierto: los ordenadores funcionan de manera muy distinta a los humanos. En particular, no parece que los ordenadores estén a punto de tener conciencia ni de empezar a experimentar emociones y sensaciones.

A lo largo de las últimas décadas ha habido un avance inmenso en inteligencia informática, pero el avance en conciencia informática ha sido nulo. Hasta donde sabemos, en el 2016, los ordenadores no son más conscientes que sus prototipos de la década de 1950. Sin embargo, estamos en el umbral de una revolución trascendental. Los humanos corren peligro de perder su valor porque la inteligencia se está desconectando de la conciencia.

Hasta hoy, una inteligencia elevada siempre ha ido de la mano con una conciencia desarrollada. Solo los seres conscientes podían efectuar tareas que requerían mucha inteligencia, como jugar al ajedrez, conducir automóviles, diagnosticar enfermedades.

Sin embargo, en la actualidad se están desarrollando nuevos tipos de inteligencia no consciente que pueden realizar tales tareas mucho mejor que los humanos, porque todas se basan en el reconocimiento de pautas, y los algoritmos no conscientes podrían superar pronto a la conciencia humana en el reconocimiento de pautas o patrones.

Esto plantea una nueva pregunta: ¿qué es lo realmente importante: la inteligencia o la consciencia?

Mientras iban de la mano, debatir su valor relativo no era más que un pasatiempo para filósofos. Pero en el siglo XXI, esto se está convirtiendo en una cuestión política y económica urgente. Y da que pensar ver que, al menos para ejércitos y compañías comerciales, la respuesta es clara: la inteligencia es obligatoria, pero la consciencia es opcional.

En septiembre de 2013, dos investigadores de Oxford, Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne, publicaron el informe The Future of Employment, en el que exploraban la probabilidad de que diferentes profesiones quedaran a cargo de algoritmos informáticos a lo largo de los veinte años siguientes. El algoritmo que desarrollaron Frey y Osborne para hacer los cálculos estimó que el 47 % de los puestos de trabajo de Estados Unidos corren un riesgo elevado. Por ejemplo, hay un 99 por ciento de probabilidades de que el 2033 los televendedores y los agentes de seguros humanos pierdan su puesto de trabajo, que será ocupado por algoritmos.

Hay un 98 % de probabilidades que lo mismo ocurra con los árbitros deportivos, un 97 % de que les ocurra a los cajeros y el 96 % de que les ocurra los chefs. Camareros: 94 %. Procuradores: 94 %. Guías de viaje: 91 %.Panaderos: 89 %. Conductores de autobús: 89 %. Obreros de la construcción: 88 %. Ayudantes de veterinarios: 86 %. Guardías de seguridad: 84 %. Marineros: 83 %. Camareros: 77 %. Archiveros: 76 %Carpinteros: 72 %. Socorristas: 67 %.

Últimamente se habla bastante del efecto que tendrá la Inteligencia Artificial (IA) sobre el empleo al reemplazar labores que realizan hoy individuos. Entonces, la pregunta que surge es cuántos destruirá y qué pasará con esos desempleados. ¿Quedarán desempleados de por vida, o encontrarán otras actividades para desarrollar su subsistencia? ¿Qué mantendrá ocupados y satisfechos a los desempleados? ¿Qué harán durante todo el día?

 A principios del siglo XXI, el tren del progreso sale de nuevo de la estación y es probable que sea el último tren que salga de la estación llamada Homo sapiens.

Los que pierdan este tren nunca tendrán una segunda oportunidad. Si queremos conseguir un pasaje para dicho tren, debemos entender la tecnología del siglo XXI, y en particular los poderes de la biotecnología y de los algoritmos informáticos. Estos poderes son mucho más potentes que el vapor y el telégrafo, y no sólo se emplearán en la producción de alimentos, tejidos, vehículos y armas. Los principales productos del siglo XXI serán cuerpos, cerebros y mentes, y la brecha entre los que saben cómo modificar cuerpos y cerebro y los que no, será mucho mayor que la que existió entre la Gran Bretaña de Dickens y el Sudán del Madhi.

De hecho será mayor que la brecha entre sapiens y neandertales. En el siglo XXI, los viajes en el tren del progreso adquirirán capacidades divinas de creación y destrucción, mientras que los que se queden rezagados se enfrentarán a la extinción.